domingo, 24 de junio de 2018

*** El Mediterráneo es otra cosa


   No hay color, aunque quizá habría tenido que decir no hay calor. Me refiero a la diferencia entre la meseta castellana, donde se asienta Madrid y en la que habitualmente resido, y la costa del Mediterráneo occidental, donde se ubica Torreblanca; aunque más preciso sería decir Torrenostra, una playa demasiada tranquila como la bautiza un personaje de la novela que publico semanalmente en este blog. Puestos a comparar y teniendo como referencia el día de hoy, 24 de agosto de 2018, los datos son elocuentes: en la capital de España la máxima será de 36º y la mínima de 22º, en Torrenostra tendremos una máxima de 28º y una mínima de 18º. Si a ello añadimos que vivo en una preciosa villa (el postrer vestigio de pasados tiempos mejores) que está a 40 metros de donde mueren las olas, algo impensable con la legislación costera vigente, la brisa marina está garantizada. O sea, que el insoportable calor veraniego para mí solo es un mal recuerdo… porque, en efecto, el Mediterráneo es otra cosa.