A Pilar y Luis que, a espaldas del resto de los Carreño, hacen más que manitas, apenas si les interesan las noticias de la guerra, pero sí otras que son consecuencia de la misma.
-No sé si te vas a librar por ser una profesional, pero te hago saber que los nacionales han creado el Servicio Social Obligatorio para mujeres solteras entre 17 y 35 años –cuenta Luis.
-Eso del Servicio Social ¿no es algo que ya funciona en la Sección Femenina de Falange?
-Básicamente sí, pero a partir de ahora será obligatorio para poder acceder a un trabajo remunerado o a un título oficial, pero también se exigirá para unirse a una asociación, obtener el pasaporte o el carné de conducir.
-¿Y qué pretenden con ello?
-Más o menos, lo mismo que la Sección Femenina, preparar a la mujer como madre, esposa y ama de casa para el futuro y educarla en la sumisión para que sea la transmisora de dichas pautas a las siguientes generaciones a través de los hijos.
-O sea que, como diría mi abuela Pilar, que todas las mujeres tengan la pierna quebrada y en casa. A poco que pueda no me van a ver ni por la Sección Femenina ni por ese Servicio –afirma Pilar, al tiempo que piensa que si su padre oyera las conversaciones que mantiene con su novio, le echaría una sonora bronca, como poco.
La pareja vive su clandestino romance con la ilusión de jóvenes enamorados, aunque no deja de incomodarles que a su edad tengan que comportarse como si fuesen adolescentes escondiendo sus sentimientos frente a los Carreño. Pilar se lamenta de no tener con quien explayarse sobre el romántico momento que vive, hasta que una tarde aparece por la farmacia la esposa de Ramírez, el perfumista.
-¿Sigues sin saber nada de tu madre y hermanos? No sabes cuánto la echo de menos. Por cierto, el pasado domingo te vi paseando por el Retiro muy amartelada. Me alegro de que, en estas terribles circunstancias, haya tiempo para el amor; quizá sea el único sentimiento capaz de hacer olvidar la guerra.
Pilar no ha respondido, ha esbozado una forzada sonrisa y ha despachado el medicamento que le había pedido la señora Ramírez. En el primer receso que tiene piensa en lo que le ha comentado la amiga de su madre. Se reprocha que tanto Luis como ella están siendo descuidados, si andaban por el Retiro es porque no es lugar frecuentado por sus hermanos, pero hete ahí que alguien que la conoce les ha visto. ¿Y qué pasa si se lo comenta a papá, asiduo a la tertulia de la perfumería?, querrá saber quién era el hombre que me acompañaba, se dice. Llega a la conclusión de que tendrá que volver a hablar del asunto con la señora Ramírez para ver hasta qué punto peligra su romance. Aprovecha un encargo hecho por Charo y se lo lleva a casa.
-Pilar, gracias, pero no tendrías que haberte molestado, ya habría pasado por la farmacia a recogerlo. Cuando venía a visitarme tu madre siempre le preparaba té, ¿te apetece uno?
-Me encanta, señora Ramírez.
-Por favor, no soy tan vieja para lo de señora Ramírez. Mi nombre es María del Rosario, y los amigos me llaman Charo, espero contarte entre los últimos.
Ambas mujeres inician un diálogo en el que pronto descubren que, salvo en la edad, tienen mucho en común. Resulta que Charo estudiaba Química en la universidad de Valencia, cuando conoció a quien sería su esposo, se casó y se olvidó de los estudios, pero, aunque no acabó la carrera, su formación universitaria le sale por todos los poros. En un momento de la conversación, sin saber muy bien por qué, Pilar se sorprende a sí misma confesando a su nueva amiga su romance con Luis y cómo ha de ocultarlo al resto de los suyos, pues sabe que les proporcionaría un tremendo disgusto. Charo la escucha atentamente y deja que la boticaria se desahogue. Pilar no se ha dejado nada en el tintero y cuando acaba queda callada, esperando la reacción de su interlocutora. Hay una pausa en la que Pilar está expectante pensando en lo que pueda decirle la amiga de su madre, hasta que…
-Verás, Pilar, lo primero que quiero es darte las gracias por tu valentía al contarme tu… -busca el mejor nombre posible- romance. Y entiendo las reservas hacia tu familia; a través del trato con tu madre he llegado a conocer bien cómo piensan los tuyos. Y, aunque es cierto que tienes una familia modélica en tantísimos aspectos, también lo es que, en cuanto a liberalidad, a flexibilidad, a talante moderno, dejan que desear. Están muy apegados a tradiciones y formas de pensar demasiado restrictivas y anquilosadas. Y entiendo que, si te has enamorado, quieras formar pareja sin que te importe un ardite el qué dirán. San Agustín, cuya lectura deberías recomendar a los tuyos, decía que todo es amor. Y si lo tuyo con ese hombre, Luis me has dicho que se llama, es amor del bueno y él te paga con la misma moneda, mi consejo es que vivas tu vida, olvídate del qué dirán y ponte el mundo por montera.
A todo eso, entre el 17 y el 20 de octubre se produce lo que era un final cantado: una de tantas entidades regionales que funcionan al margen del gobierno estatal, el Consejo Soberano de Asturias y León, decide evacuar el territorio que está bajo su dominio. Un día después los nacionales conquistan Gijón y Avilés.
En cuanto desaparece el frente norte, Álvaro, con la inestimable ayuda de su segundo en el control de tiro que tiene buena pluma, redacta el oficio dirigido al comandante del Canarias solicitándole un permiso especial para buscar a su familia en la provincia santanderina, ahora que ya es de los nacionales. Tras varios borradores el oficio queda así:
Ilmo. Sr. Comandante-Jefe del crucero Canarias.
Julio Carreño Manzano, teniente de navío, ocupando el cargo de primer jefe de la estación transmisora de la dirección de tiro del crucero Canarias, se dirige respetuosamente a V.I. y DECLARA:
Que estando su madre, Julia Manzano, y sus hermanos, Concha Carreño, Andrés Carreño, Ángela Carreño y Froilán Carreño residiendo en Suances (Santander), donde estaban veraneando cuando se inició el Glorioso Movimiento Nacional, se propone ir a rescatarles para, en el supuesto de encontrarlos, llevarlos a Cádiz, ciudad en la que el que suscribe ha alquilado una casa donde puedan vivir. Los precitados familiares no tienen nadie más que les ampare, pues el resto de la familia reside, desgraciadamente, en Madrid.
Por lo cual, respetuosamente RUEGA a V.I.:
La concesión de un permiso extraordinario, siempre sujeto a las necesidades del servicio, de una duración aproximada de quince días, para realizar lo declarado anteriormente.
Gracia que espera alcanzar del recto proceder de V.I., cuya vida guarde Dios muchos años.
En el crucero Canarias, a 22 de octubre de 1937. II Año Triunfal.
Firmado: Julio Carreño Manzano. Teniente de navío.
Y ahora, que el Señor me dé suerte, se dice Álvaro.
PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 60. El reencuentro
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