"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 30 de agosto de 2024

Libro IV. Episodio 63. Si no eres casto se cauto


   Cerrada la campaña del norte, tanto el Cantábrico como el Atlántico han quedado en poder de la Armada nacional, por lo que ésta decide enviar sus mejores buques al Mediterráneo para impedir la llegada de mercantes a los puertos de Levante. A bordo del Canarias, uno de los oficiales da una charla sobre lo que ha supuesto ganar la campaña del norte y como algunos fallos republicanos precipitaron su desenlace.

   ­-En el norte se encuentra casi toda la industria del hierro y el carbón, así como la industria armamentística que ahora ha pasado a nuestro poder. Y además, hemos sumado a mucha población que altera el equilibrio demográfico de las dos zonas. En cuanto a los fallos republicanos, quizá el más importante ha sido que el control de sus fuerzas dependía de los gobiernos autónomos de Vizcaya, Santander y Asturias, incapaces de cooperar entre sí como lo prueba el hecho de que, en cuanto los vascos perdieron Bilbao, se negaron a luchar en el frente santanderino.

   Álvaro aprovecha que el Canarias ha fondeado en Palma para alquilar una casa en la que acomodar a su familia cuando la base del crucero sea Porto Pi. Tras leer en el Correo de Mallorca la sección de anuncios, marca con un asterisco varios pisos. El tercero de los que visita, en el barrio de la Plaça dels Patins, es con el que se queda. A la búsqueda le ha acompañado uno de sus compañeros del Canarias, que también anda buscando casa. Cuando terminan el recorrido, ambos oficiales se toman una cerveza en una terraza del Paseo Marítimo, allí les encuentra un tercer oficial, soltero como Álvaro y con una bien ganada fama de perdulario.

   -Hombre, compañeros, ¿qué coño hacéis tan solos? Debéis saber que estáis en una ciudad donde las mujeres son jazmines que esperan que su aroma atraiga a algún joven marino. Bueno, Ortega está casado y tiene disculpa, pero tú, Carreño, que estás más soltero que Nuestro Señor Jesucristo, ¿cómo no te has ligado alguna moza?

   Álvaro soporta mal que bien las groseras bromas de Gutiérrez, quien nunca ha sido santo de su devoción. El Guti, como es conocido entre la oficialidad, se empeña en invitarles a otra ronda, a la que siguen otras. En un momento de la charla, el Guti se dirige directamente a Álvaro y le espeta:

   -Coño, Carreño, se me olvidaba. Tú serás un bendito de Dios, pero tienes un hermanito que es la rehostia. Podrás creerte que anoche, en casa de madame Josephine, que de francesa tiene lo que yo de fraile, el tío se subió a su habitación ¡a tres fulanas y al parecer pudo con las tres! Si eso no es ser un sietemachos que venga el mariconazo de Azaña y lo rebata.

   En Madrid, el tío Luis lleva muchos días entrando y saliendo de casa, algo que no ha hecho en el tiempo que lleva viviendo con sus sobrinos. Unas veces, sale disfrazado con el mono de miliciano y pañuelo rojo al cuello, y últimamente se atreve a salir hecho un pincel en el que al traje de tres piezas solo le falta la corbata, aunque Paca se ha dado cuenta de que la lleva en un bolsillo y que, posiblemente, cuando esté en un sitio seguro se la pone. Hasta que un buen día, a la hora de la cena, don Luis da la sorpresa.

   -Julio, chicos, tengo que anunciaros algo que llevo preparando hace tiempo y que me ha costado sudores y sus buenos duros, pero antes quiero daros las gracias a todos por lo bien que me acogisteis y que nunca podré pagaros. Sé que no soy fácil de llevar, pero desde Julio hasta el último de vosotros os habéis mostrado pacientes y tolerantes. Otras vez gracias, de corazón… -y tras una pausa dramática suelta la bomba-. Mañana me acogerán como refugiado político en la embajada de Guatemala -

La noticia les deja a todos con la palabra en la boca hasta que pasados unos segundos reaccionan.

   -¿Qué vas a refugiarte en la embajada de Guatemala?, ¿y cómo lo has conseguido? –pregunta Julio que ha sido el primero en reaccionar.

   El tío les explica que, desde el principio de la guerra, muchas embajadas y legaciones extranjeras han acogido a miles de españoles amenazados o perseguidos a causa de sus ideas, tanto en la zona republicana como en la nacional. Casi todas las embajadas de Madrid, salvo unas pocas, han​ acogido refugiados. Y aunque en los primeros meses de la contienda fueron asaltadas, por fuerzas de orden público y milicianos, las legaciones de Finlandia, Perú y Turquía, después de las protestas diplomáticas de varios países tal hecho no ha vuelto a repetirse y se ha respetado el concepto de extraterritorialidad de las embajadas.

   -¿Y por qué en la de Guatemala? –siente curiosidad Julio.

   -Porque es una de las más baratas, hasta han alquilado un edificio contiguo a la embajada para poder dar asilo a más refugiados. Esta es mi última cena y he pensado en despedirme con un detalle –y se va a su habitación de la que regresa al instante portando una caja de cuyo interior saca una tarta de peras con crema de almendra que Dios sabe de dónde la habrá sacado-. Paca, por favor, haz los honores.

   La partida del tío Luis deja un hueco en la mesa de los Carreño que, cada vez con mayor asiduidad, es ocupado por Luis Verdú. El murciano sigue teniendo la buena costumbre de aparecer por la casa casi siempre con algo entre manos: desde los recurrentes chuscos de la intendencia militar hasta los más impensables comestibles de los que Paca le pregunta una y otra vez de dónde los saca. Con su fácil palabra, su buen talante y el hecho de que siempre está dispuesto a echar una mano en lo que haga falta, Luis ha conquistado a toda la familia que ya lo ve como si fuera uno de ellos y al que de vez en cuando preguntan si ha tenido noticias de su esposa y su familia, pues al principio de su aparición en la farmacia el murciano les contó una mentira: que su mujer, con sus tres hijos, estaba en zona nacional y desde el 18 de julio no ha vuelto a saber de ellos.

   -Qué lástima que Luis esté casado –se lamenta Julio dirigiéndose a Pilar-, sería un buen marido para ti, pues he notado que os lleváis muy bien.

   Entretanto, Julia y sus chicos ya están aposentados en Palma de Mallorca, ciudad que no conocían y que les ha parecido muy bonita. Lo único que les molesta un poco es que la mayoría de los palmesanos hablan en una lengua de la que no comprenden ni palote. Álvaro les explica que la lengua que hablan es el mallorquín, que es bastante parecida al catalán, y lo que deben hacer cuando alguien les hable en mallorquín es contestar en castellano y lo más probable es que el interlocutor se pasará al castellano, lengua que todo el mundo, mejor o peor, también domina. El primogénito ha mantenido una reunión privada con su hermano Andrés y le ha amonestado por su afición a frecuentar los burdeles que abundan en los barrios próximos a la zona portuaria y en los alrededores de la calle Pureza. Andrés, aunque sigue teniendo un inmenso respeto a su hermano mayor, no se corta un pelo y le contesta.

   -¿Y qué quieres que intente?, ¿ligarme a una al.lota palmesana? Me pides un imposible, todas quieren casarse y no lo voy a hacer a los dieciocho años. Irse de putas es más cómodo, te desahogas, les pagas y si te vi no me acuerdo. Como hacen todos mis compañeros y también los tuyos. No todos podemos ser tan castos como tú.

   Visto que convencer al que no quiere ser convencido es tarea poco menos que imposible, Álvaro da a su hermano un último consejo.

   -Allá tú y, ya que has hablado de castidad, te recuerdo lo que suele decir el páter: si no eres casto sé cauto.

  

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 64.  Andrés, desaparecido en combate

viernes, 23 de agosto de 2024

Libro IV. Episodio 62. Teruel existe


   El final de 1937 es tristón para los Carreño de Madrid, aunque días antes del fin de año reciben una gratísima noticia: la última carta de Boris Wourky les da a entender que su hermano mayor ha recuperado a los que estaban en Santander y que ahora viven juntos en algún lugar de Andalucía.

   -Ya podría habernos dicho en qué lugar exacto viven –se queja Eloísa.

   -Si están en Andalucía con el tato seguro que será en algún puerto, y la ciudad que más opciones tiene es Cádiz, puesto que es la capital departamental del sur –deduce Julio.

   Tras las últimas confrontaciones entre ambos ejércitos, los Estados Mayores preparan sus estrategias de cara al invierno: los nacionalistas intentarán por enésima vez conquistar Madrid que se define como la tumba del fascismo; los gubernamentales están planeando atacar una de las ciudades que, como saliente rocoso, penetra en territorio republicano y que está pobremente defendida. Y, si el ataque tiene éxito, puede causar incontables quebraderos de cabeza a los nacionales.

   El 15 de diciembre los republicanos atacan Teruel, una ciudad sin industrias ni valor geoestratégico alguno. Los nacionales son lentos en reaccionar, lo que aprovecha el Ejército popular para, en un par de días, cercar la ciudad y una semana después iniciar la conquista del casco urbano. Pese la defensa de los sitiados, las tropas republicanas conquistan la ciudad, tras rendirse el coronel Rey d’Harcourt en el último bastión en el que también se encuentra el obispo de Teruel,  monseñor Anselmo Polanco.

El inesperado ataque obliga a Franco a cancelar su prevista ofensiva sobre Madrid, debiendo acudir al frente turolense.

   En la España republicana, la noticia es acogida con júbilo, pues es la primera capital de provincia reconquistada por la República. En la España nacionalista, la noticia cae como un jarro de agua fría y, muy especialmente, sobre el Generalísimo. La contraofensiva nacional no consigue llegar a tiempo para auxiliar a los últimos defensores debido al crudo invierno. Después de la rendición, se evacua a la población civil que todavía queda y la situación se invierte, los republicanos pasan a ser sitiados y los nacionalistas a ser sitiadores. Naturalmente, en las tertulias los sucesos de la batalla de Teruel son los más comentados.

  -El General Dávila ha iniciado la contraofensiva sin las prisas de salvar a una guarnición que se ha rendido –informa Infantes, que añade-. Y en las filas republicanas parece que cunde la fatiga y se multiplican los casos de insubordinación.

   -Los nuestros han hecho una corrección de líneas –cuenta alguien en el café Gijón-, sin embargo la defensa de la ciudad sigue siendo fuerte, y tras una semana de ataques de los fascistas, las posiciones apenas se han movido   

   En la nevada meseta turolense, la contienda muestra su cara más fea, pues a unos durísimos enfrentamientos se une un frío glacial que corta el resuello. Hacía años que los más viejos del lugar no recordaban unas nevadas y un frío tan extremo, pues los termómetros llegan a registrar temperaturas de hasta -16 grados.

   En la tertulia de la perfumería están más interesados en la última noticia de la que ha informado Radio Nacional de España: se está dando el primer paso para la configuración del nuevo estado que se ha ido formando en la zona nacional. En enero del 38 se promulga la Ley de la Administración Central del Estado por la que se crea una estructura administrativa para la normalización política, aunque el poder real sigue estando en manos de Franco que cuenta con el apoyo unánime del ejército.

   -El 31 de enero, Franco ha constituido su primer gobierno civil –comenta Valdés-. Y, aunque el general Dávila ha sido nombrado ministro de Defensa, Franco sigue reservándose la dirección de todas las operaciones militares. Gana poder Serrano Súñer, el cuñado de Franco, que ha sido nombrado ministro de la Gobernación y que también controla la prensa. La mayoría de ministerios residirán en Burgos, pero otros radicarán en otras ciudades. Los ministerios de Justicia y de Educación Nacional tendrán la sede en Vitoria, el de Orden Público en Valladolid, el de Industria y Comercio en Bilbao y, finalmente, en Santander estarán los de Obras Públicas y de Organización y Acción Sindical.

   La última batalla en la larga lucha por Teruel comienza a mediados de febrero. Los Cuerpos de ejército Marroquí y de Galicia atacan la ciudad, en un clásico movimiento de pinza, y los nacionales penetran en los arrabales de Teruel que, en pocos días, se ve cercada, por lo que las tropas republicanas quedan sin suministros. El mando republicano ordena a El Campesino, cuya división es la última fuerza, que abandone la plaza. La mañana del 22 de febrero los  nacionales entran en Teruel sin apenas encontrar resistencia.

   En la trastienda de la perfumería, los contertulios comentan las fotos que están insertando los periódicos sobre los efectos de la batalla.

   -La ciudad ha quedado devastada con decenas de edificaciones destruidas. Y hay numerosos heridos, prisioneros y gran cantidad de material bélico que los rojos abandonaron en su huida.

   Por el contrario, en el café Gijón la batalla de Teruel se ve desde otra perspectiva.

   -Teruel es una plaza sin valor, lo importante es que la batalla ha sido una prueba para que nuestro ejército demuestre su capacidad para organizarse y efectuar operaciones solventes frente a un enemigo mejor armado y apoyado por fascistas y nazis.

   En la cámara de oficiales del Canarias, se analiza la batalla dándole otro enfoque.

   -Al final, Teruel se ha convertido en una batalla de desgaste ​ donde ambos ejércitos han consumido demasiados recursos y hombres para reconquistar una plaza sin valor alguno, salvo el propagandístico. Para Franco, abandonar Teruel podía suponer un desprestigio político. Para la República significaba la obtención de una victoria contra el hasta ahora invencible ejército nacional.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 63. Si no eres casto se cauto

 

viernes, 16 de agosto de 2024

Libro IV. Episodio 61. Los Carreño chicos en Cádiz


   En cuanto los Carreño se instalan en el modesto pero espacioso piso de La Viña, una de las primeras acciones que Álvaro piensa es en inscribir a Andrés como marinero voluntario mientras dure la guerra. Antes pide consejo a un compañero que está en la sección de Personal.

   -¿Dónde crees que podrá estar mejor y tendrá más tiempo libre?, porque en cuanto yo vuelva a embarcar tendrá que hacer de hombre de la casa.

   -En el arsenal de La Carraca, allí siempre faltan manos. Además, muchas tardes las tendrá libres y, sobre todo, estará lejos de las trincheras.

   Solucionado el problema más acuciante, matricula a Ángela y Froilán en el instituto de bachillerato, aunque el curso ya comenzó, pero su uniforme de oficial de la Marina obra milagros. Luego ha de lidiar con el empeño de su madre: Julia quiere trabajar.

  -Álvaro, hijo, ¿por qué no quieres que trabaje aunque solo sea media jornada? Estar todo el día mano sobre mano no se ha hecho para mí. Ten en cuenta que desde los dieciocho trabajo y estoy hecha a ello.

   -Mamá, no me des la tabarra con el trabajo, ya te dije que gano lo suficiente para manteneros. Lo que tienes que hacer es descansar que bastante has trabajado en tu vida.

   -Pero, por lo que me han contado, los militares no ganáis tanto. Igual te vendría bien que pudiese aportar algún dinerillo para ayudarte a pagar los gastos de la casa. Ten en cuenta que somos cinco, seis cuando tú estás, y solo en comida se va un dineral.

   -Mamá, qué pesada te pones a veces. Ten en cuenta que me paso la mayor parte del tiempo a bordo del Canarias y además del sueldo cobro los pluses por estar embarcado, lo que es suficiente para pagar los gastos de la casa, la comida y lo que sea necesario. Por tanto, no necesitas trabajar, ni lo necesitas ni te he traído para ello. Lo único que te ruego es que te cuides y atiendas al resto de los chicos como siempre has hecho.

   -¿Y de Concha, qué hacemos?

   -Tampoco tiene que trabajar, bastante tarea tendrá en cuidar de la casa y hacerte compañía, salvo que tenga un decidido deseo de hacer algo. Mira, se me acaba de ocurrir, puede prestar servicios voluntarios en el Auxilio Social, ayudará a los más necesitados y le quedará tiempo suficiente para lo que quiera.

   Pasadas unas semanas, Andrés le plantea a Álvaro un problema de otra índole. El mozo ha descubierto que ser marino tiene muchas ventajas, sobre todo si eres oficial, y una de ellas es  que las mujeres se rifan a los marinos jóvenes. Se ve llevando el traje de oficial de la Marina y, con su buena planta y la de picardías que ha aprendido, no habrá mujer que se le resista. Lo único que le da pereza es pensar que tendrá que aprobar el ingreso en la Escuela Naval Militar. Pero en alguna parte ha oído que para ingresar en la ENM tendrán preferencia aquellos marineros voluntarios que hayan ido embarcados en alguno de los buques de la Flota, por lo que su estancia en el arsenal no le aporta mérito alguno. Por lo tanto, debería embarcar, y ¿quién mejor que el tato para conseguirle un buen enchufe en alguno de los buques con base en Cádiz? Y así se lo plantea a su hermano.

   -Así que quieres enrolarte en un buque. ¿Tú sabes lo que me estás pidiendo? El arsenal es el mejor sitio para que no te hagas ni un rasguño por mucho que dure la guerra; por el contrario, si embarcas pueden herirte, puedes naufragar y hasta morir.

   -Lo sé, pero si te acuerdas de la abuela Pilar recordarás que decía: el que algo quiere, algo le cuesta.

   Por mucho que Álvaro le describe las ventajas que conlleva continuar en el arsenal y los peligros que encierra formar parte de la dotación de un buque de guerra, Andrés no cede en su empeño. Vista la tozudez de su hermano, Álvaro cede y busca cuál será el mejor navío en el que enrolar al chico. Al principio piensa en el Canarias, pues teniéndole cerca podrá controlarle, porque sigue sin fiarse mucho de Andrés, pero un compañero le hace ver la incomodidad que supondrá para el resto de la dotación e incluso para los mandos dirigirse a un marinero que es  hermano de uno de los oficiales del buque. El siguiente destino en el que piensa es el crucero Baleares, que tantas veces navega junto al Canarias. Al final, y antes de que acabe el año, Andrés Carreño se embarca como marinero voluntario en el Baleares por la duración de la guerra.

   El 30 de noviembre el gobierno republicano traslada su sede de Valencia a Barcelona. Lo que se ve de forma diferente en uno y otro bando. En la tertulia del Gijón lo consideran lógico, dado que la capital catalana es la ciudad más importante del territorio republicano. En la tertulia de la perfumería lo ven como una muestra de que el gobierno de Negrín quiere estar cerca de la frontera francesa por si ha de tomar las de Villadiego. También especulan sobre cuál será el siguiente objetivo que se marcarán los nacionales.

   -Puesto que lo de Belchite acabó en tablas, para mí que Franco atacará Barcelona, es donde existe la mayor concentración industrial de la república –opina Infantes.

   -Tengo alguna información –Valdés siempre oculta sus fuentes informativas- que apunta a que el Estado Mayor de Franco puede estar preparando una ofensiva de invierno sobre Madrid. Al parecer, Franco está obsesionado con la capital.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 62. Teruel existe


viernes, 9 de agosto de 2024

Libro IV. Episodio 60. El reencuentro


    Ante la desazón de Álvaro, termina octubre y el placentino todavía aguarda la respuesta a su solicitud de permiso. Indaga discretamente y el edecán del comandante le explica que, hasta que el buque no fondee en el arsenal de Cádiz, no es probable que reciba respuesta a su oficio. Por fin, el 5 de noviembre le llega la tan anhelada concesión del permiso. El problema que ahora tiene es como ir de Cádiz a Santander, pues tanto la red de carreteras como la de ferrocarriles tienen muchos tramos intransitables debido a los destrozos provocados por la guerra. Lo mejor sería la vía marítima.

   Álvaro tiene suerte, se entera de que un buque de apoyo logístico de la Armada zarpará de Cádiz a Santander, transportando armas, municiones y pertrechos para el Ejército del norte. Pide, y se le concede, viajar en el mismo. Y casi sin enterarse, pues le vence el sueño, se planta en el puerto santanderino. Luego, en un camión del Ejército de tierra prosigue el viaje hasta Suances, el último domicilio conocido de su familia. Su alegría es inmensa cuando el tío Fulgencio, el casero de los Carreño en el pueblo, le cuenta que a los suyos no les ha pasado nada y que, desde hace un tiempo, residen en Santander, informándole asimismo que viven en el barrio de pescadores de la capital, aunque desconoce el nombre de la calle. Vuelto a Santander, el oficial recorre el barrio de pescadores preguntando a toda persona con la que se cruza si conoce a una familia madrileña apellidada Carreño, y además va explicando los rasgos de su madre y hermanos para dar más datos que puedan ayudar a reconocerlos. Los resultados son negativos hasta que una vecina se acuerda de algo.

   -Hay un mozuco que a veces anda por el barrio vendiendo leche y que, por su modo de hablar, podría ser de Madrid; si le encuentra, pregúntele, a lo mejor le puede dar más noticias sobre familias madrileñas.

   Ese mismo día, Ángela, terminada la cotidiana limpieza de la casa, sale a la calle, escoba en mano, para barrer el trozo de acera correspondiente a la fachada de la casa, pues el espacio entre los bordillos es de tierra, por eso hay que barrerla casi todos los días como es costumbre local. En esas está la joven cuando ve a un oficial de marina recorriendo la calle a paso nervioso. Visto por detrás, piensa la jovencita, el marino se parece un montón a su tato. Cuando el oficial, que ha llegado al final de la calleja, se vuelve, Ángela cree estar soñando, no da crédito a lo que ven sus ojos, hasta que se repone y, mientras corre hacia el marino, comienza a gritar a todo pulmón:

   -¡¡Álvaro, Álvaro, tato!! 

   El reencuentro provoca tal cúmulo de sensaciones, de emociones reprimidas, de anhelos largamente deseados que, al principio, los hermanos Carreño casi ni pueden hablar, se abrazan, se besan, lloran y se vuelven a abrazar. Cuando el resto de la familia llega a casa, la que más emocionada está es Julia, la de veces que ha deseado que este día llegara y una vez arribado no encuentra palabras para expresar su alegría. Es Álvaro, el más sereno, quien ha de poner una cierta mesura en la cadena interminable de abrazos, besos y hasta llantos de alegría.

   -Bueno, mamá, chicos, todo llega y al fin volvemos a estar juntos. Sentaos, tomaos un respiro y os explico lo que tengo pensado. Ya tendremos tiempo de contarnos todas las cosas que nos han pasado en estos meses. Por lo pronto veo que estáis bien y eso es lo más importante, ahora…

   El marino no puede proseguir porque su madre le interrumpe.

   -Álvaro, hijo, ¿qué sabes de papá y de los hermanos de Madrid?

   -Están bien, mamá, no te preocupes por ellos –y Álvaro les cuenta el ardid utilizado para cartearse con los de Madrid y que también envió cartas a Suances pero, que al parecer, no les llegaron-. Hay algo que urge hacer antes de que el buque que me ha traído emprenda el regreso. Necesito vuestras cédulas personales para que la comandancia de Marina del puerto me extienda los pasaportes de viaje para que podáis volver conmigo a Cádiz.

   -¿Vamos a vivir en Cádiz? –pregunta la madre.

   -De momento sí, pues allí tiene la base el crucero Canarias en el que estoy destinado. He alquilado un piso que espero que os guste.

   -Tato –el pequeño Froilán no puede contenerse-, antes solo llevabas un galón en la bocamanga, ¿por qué ahora llevas dos?

   -Porque ahora soy teniente de navío y los tenientes llevan dos galones.

   Álvaro ha conseguido meter a su madre y hermanos en el mismo buque de apoyo logístico que le trajo a Santander, y ahora viajan todos a Cádiz. Antes de partir les ha dado tiempo para despedirse de los Bermejillo que se alegran tanto como ellos de que al menos se hayan podido reunir con alguien de la familia. Se hacen promesas de que, cuando vuelvan a Madrid, se reunirán más a menudo para recordar tiempos pasados. Otra cuestión que no ha olvidado Julia es pedir dinero a su hijo para devolver a su casero de Suances el mes de anticipo que le pidió que le devolviera, más el coste del tiempo que siguieron viviendo en la casita.

   -Señora Julia, muy agradecido. Desde el primer día que la conocí me di cuenta de que es usted de buena casta, de las que paga con la cara como decimos por estos pagos.

   -Señor Fulgencio, la abuela paterna de mis hijos siempre nos recordaba que de bien nacidos es ser agradecidos. Y usted siempre se portó bien con nosotros.

   Durante el viaje a Cádiz, Álvaro piensa en lo que han cambiado los suyos en estos meses. Quien más lo ha hecho es Andrés: se ha estirado, debe de medir algunos centímetros más que él, y ha pasado de jovenzuelo imberbe a todo un hombre y, como ya cumplió los dieciocho, piensa que tendrá que meterle de voluntario en alguna unidad militar antes de que lo recluten. A Concha se la ve mayor y con más seguridad, y en cuanto a los pequeños dejaron de ser niños y son dos prometedores jovencitos. Su madre es quien le ha causado la impresión más penosa, se ve que el sufrimiento y las penalidades pasadas le han pasado factura, ha envejecido, tiene arrugas que no recordaba y se cansa fácilmente. En el transcurso del viaje, Álvaro cuenta a los suyos que no sabe cuánto tiempo residirán en Cádiz porque, más pronto que tarde, el nuevo fondeadero del crucero Canarias será Mallorca, pues el Mediterráneo es el único mar que les queda a los republicanos.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 61. Los Carreño chicos en Cádiz

viernes, 2 de agosto de 2024

Libro IV. Episodio 59. Una solicitud de permiso

   A Pilar y Luis que, a espaldas del resto de los Carreño, hacen más que manitas, apenas si les interesan las noticias de la guerra, pero sí otras que son consecuencia de la misma.

   -No sé si te vas a librar por ser una profesional, pero te hago saber que los nacionales han creado el Servicio Social Obligatorio para mujeres solteras entre 17 y 35 años –cuenta Luis.

   -Eso del Servicio Social ¿no es algo que ya funciona en la Sección Femenina de Falange?

   -Básicamente sí, pero a partir de ahora será obligatorio para poder acceder a un trabajo remunerado o a un título oficial, pero también se exigirá para unirse a una asociación, obtener el pasaporte o el carné de conducir.

   -¿Y qué pretenden con ello?

   -Más o menos, lo mismo que la Sección Femenina, preparar a la mujer como madre, esposa y ama de casa para el futuro y educarla en la sumisión para que sea la transmisora de dichas pautas a las siguientes generaciones a través de los hijos.

   -O sea que, como diría mi abuela Pilar, que todas las mujeres tengan la pierna quebrada y en casa. A poco que pueda no me van a ver ni por la Sección Femenina ni por ese Servicio –afirma Pilar, al tiempo que piensa que si su padre oyera las conversaciones que mantiene con su novio, le echaría una sonora bronca, como poco.

   La pareja vive su clandestino romance con la ilusión de jóvenes enamorados, aunque no deja de incomodarles que a su edad tengan que comportarse como si fuesen adolescentes escondiendo sus sentimientos frente a los Carreño. Pilar se lamenta de no tener con quien explayarse sobre el romántico momento que vive, hasta que una tarde aparece por la farmacia la esposa de Ramírez, el perfumista.

   -¿Sigues sin saber nada de tu madre y hermanos? No sabes cuánto la echo de menos. Por cierto, el pasado domingo te vi paseando por el Retiro muy amartelada. Me alegro de que, en estas terribles circunstancias, haya tiempo para el amor; quizá sea el único sentimiento capaz de hacer olvidar la guerra.

   Pilar no ha respondido, ha esbozado una forzada sonrisa y ha despachado el medicamento que le había pedido la señora Ramírez. En el primer receso que tiene piensa en lo que le ha comentado la amiga de su madre. Se reprocha que tanto Luis como ella están siendo descuidados, si andaban por el Retiro es porque no es lugar frecuentado por sus hermanos, pero hete ahí que alguien que la conoce les ha visto. ¿Y qué pasa si se lo comenta a papá, asiduo a la tertulia de la perfumería?, querrá saber quién era el hombre que me acompañaba, se dice. Llega a la conclusión de que tendrá que volver a hablar del asunto con la señora Ramírez para ver hasta qué punto peligra su romance. Aprovecha un encargo hecho por Charo y se lo lleva a casa.

   -Pilar, gracias, pero no tendrías que haberte molestado, ya habría pasado por la farmacia a recogerlo. Cuando venía a visitarme tu madre siempre le preparaba té, ¿te apetece uno?

   -Me encanta, señora Ramírez.

   -Por favor, no soy tan vieja para lo de señora Ramírez. Mi nombre es María del Rosario, y los amigos me llaman Charo, espero contarte entre los últimos.

   Ambas mujeres inician un diálogo en el que pronto descubren que, salvo en la edad, tienen mucho en común. Resulta que Charo estudiaba Química en la universidad de Valencia, cuando conoció a quien sería su esposo, se casó y se olvidó de los estudios, pero, aunque no acabó la carrera, su formación universitaria le sale por todos los poros. En un momento de la conversación, sin saber muy bien por qué, Pilar se sorprende a sí misma confesando a su nueva amiga su romance con Luis y cómo ha de ocultarlo al resto de los suyos, pues sabe que les proporcionaría un tremendo disgusto. Charo la escucha atentamente y deja que la boticaria se desahogue. Pilar no se ha dejado nada en el tintero y cuando acaba queda callada, esperando la reacción de su interlocutora. Hay una pausa en la que Pilar está expectante pensando en lo que pueda decirle la amiga de su madre, hasta que…

   -Verás, Pilar, lo primero que quiero es darte las gracias por tu valentía al contarme tu… -busca el mejor nombre posible- romance. Y entiendo las reservas hacia tu familia; a través del trato con tu madre he llegado a conocer bien cómo piensan los tuyos. Y, aunque es cierto que tienes una familia modélica en tantísimos aspectos, también lo es que, en cuanto a liberalidad, a flexibilidad, a talante moderno, dejan que desear. Están muy apegados a tradiciones y formas de pensar demasiado restrictivas y anquilosadas. Y entiendo que, si te has enamorado, quieras formar pareja sin que te importe un ardite el qué dirán. San Agustín, cuya lectura deberías recomendar a los tuyos, decía que todo es amor. Y si lo tuyo con ese hombre, Luis me has dicho que se llama, es amor del bueno y él te paga con la misma moneda, mi consejo es que vivas tu vida, olvídate del qué dirán y ponte el mundo por montera.

   A todo eso, entre el 17 y el 20 de octubre se produce lo que era un final cantado: una de tantas entidades regionales que funcionan al margen del gobierno estatal, el Consejo Soberano de Asturias y León, decide evacuar el territorio que está bajo su dominio. Un día después los nacionales conquistan Gijón y Avilés.

   En cuanto desaparece el frente norte, Álvaro, con la inestimable ayuda de su segundo en el control de tiro que tiene buena pluma, redacta el oficio dirigido al comandante del Canarias solicitándole un permiso especial para buscar a su familia en la provincia santanderina, ahora que ya es de los nacionales. Tras varios borradores el oficio queda así:

   Ilmo. Sr. Comandante-Jefe del crucero Canarias.

   Julio Carreño Manzano, teniente de navío, ocupando el cargo de primer jefe de la estación transmisora de la dirección de tiro del crucero Canarias, se dirige respetuosamente a V.I. y DECLARA:

   Que estando su madre, Julia Manzano, y sus hermanos, Concha Carreño, Andrés Carreño, Ángela Carreño y Froilán Carreño residiendo en Suances (Santander), donde estaban veraneando cuando se inició el Glorioso Movimiento Nacional, se propone ir a rescatarles para, en el supuesto de encontrarlos, llevarlos a Cádiz, ciudad en la que el que suscribe ha alquilado una casa donde puedan vivir. Los precitados familiares no tienen nadie más que les ampare, pues el resto de la familia reside, desgraciadamente, en Madrid.

   Por lo cual, respetuosamente RUEGA a V.I.:

   La concesión de un permiso extraordinario, siempre sujeto a las necesidades del servicio, de una duración aproximada de quince días, para realizar lo declarado anteriormente.

   Gracia que espera alcanzar del recto proceder de V.I., cuya vida guarde Dios muchos años.

   En el crucero Canarias, a 22 de octubre de 1937. II Año Triunfal.

   Firmado: Julio Carreño Manzano. Teniente de navío.

 

Y ahora, que el Señor me dé suerte, se dice Álvaro.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 60. El reencuentro