"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 5 de abril de 2024

Libro IV. Episodio 42. La odisea de Luis Verdú


   En la mar, la misión de vigilancia no deja de ser bastante monótona, lo que le deja a Álvaro tiempo para otras muchas cosas. Recuerda y piensa mucho en su familia, en cómo estarán, en cómo podría ponerse en contacto con ellos… Al respecto, un compañero le ha contado que hay una posible forma de establecer contacto con personas que están en territorio republicano. Para ello es necesario conocer algún extranjero que acepte llevar a cabo un proceso que básicamente consiste en enviar una carta, en un sobre grande, a la dirección de un familiar o amigo del extranjero que actúa de intermediario, y dentro poner otro sobre más pequeño dirigido a la persona con quien se quiere contactar en España. Como remite, poner el de la dirección del individuo que reside en el extranjero. El sistema no es del todo seguro puesto que, por un lado, las comunicaciones postales sufren incontables demoras y, por otro, la censura provoca que muchas cartas no lleguen a su destinatario.

   -Bueno, por probar poco se pierde, el problema es que no conozco ningún extranjero a quien pedirle el favor –se lamenta Álvaro.

   -Habla con el comandante del Ferrolano, es de Vigo y allí, antes de la guerra, había una nutrida colonia de extranjeros. A lo mejor conoce alguno que se avenga a hacerte el favor –sugiere el compañero.

   En Madrid, Pilar recibe la visita de Luis Verdú con mucha mejor pinta que la vez anterior. Está recién afeitado, parece limpio, lleva un uniforme de su talla y además trae en el macuto varios chuscos, algunas latas de conservas, un bote de leche condensada y un par de kilos de alcachofas.

   -Gracias, Luis, pero no tendrías que haberte molestado.

   -Para mí no ha sido ninguna molestia, al contrario.

   Pilar lleva a Luis a casa para dejar los comestibles, ante la alegría de Paca que no deja de tratarle de don Luis, hasta que Pilar se ve en la necesidad de reconducir la situación.

   -Paca, por favor, que no están los tiempos para tratar de don a nadie. Si vuelves a verle otra vez, que espero que sí, Luis a secas -Y Pilar arrastra al salón a Luis pues tiene curiosidad por saber cómo todo un señor notario se ha transmutado en un soldado del Ejército republicano.

   -La vez anterior me quedé con ganas de que me contaras cómo has terminado de sanitario con los rojos.

   -Te explico… -Y Verdú cuenta que a los tres días del golpe de estado, el director del hotel en el que se alojaba le recomendó que, visto cómo se estaba poniendo la situación, se fuera del hotel y que lo más seguro sería refugiarse en una casa particular…-. En quienes primero pensé fue en vosotros y me dirigí a San Bernardo para pediros que me ayudarais, pero resulta que habíais cambiado de domicilio. Mientras me debatía entre si ir o no a la farmacia,  recordé que conocía a alguien más, a unos paisanos de Murcia, amigos de mi familia, que tenían un puesto mayorista en el mercado de frutas y verduras. Me presenté en su casa, les conté lo que me pasaba y les supliqué que me acogieran. No me pusieron pegas y hasta me facilitaron un mono de los que usaban en el mercado. Estuve unos días con ellos hasta que me di cuenta de la amenaza que suponía para la familia. Entonces, vestido con el mono, calzado con unas alpargatas, sin ninguna clase de documento y con barba de varios días, me presenté en uno de los centros de reclutamiento del Partido Comunista y les dije que mi intención era apuntarme como voluntario para luchar contra los fascistas. No me pidieron papeles, solo mi nombre y si tenía alguna especialidad. Les di el nombre de Luis Verdugo y dejé caer que, en el pueblo de Sevilla de donde era, hacía de practicante… Lo demás vino rodado…, y ahí me tienes de sanitario, al principio del Quinto Regimiento y ahora de una de las Brigadas Internacionales.

   Pilar escucha la narración de Luis, tan atónita como impresionada, pues lo que menos podía esperar de un hombre, al que siempre tildó de timorato, es que tuviese el atrevimiento y la sangre fría de llevar a cabo tamaña osadía. Y comienza a mirar al murciano con otros ojos, pues detrás de un físico vulgar esconde una personalidad singular. De pronto recuerda la respuesta que le dio al explicarle por qué tenía la notaría en Alcalá de Guadaira: me fui a Andalucía porque ya no soportaba más a mi mujer y a su familia.  Y le puede la curiosidad.

   -Perdona, Luis, sé que soy indiscreta, pero el día que vinisteis por medicinas me dijiste que te habías ido de notario a Andalucía porque no aguantabas más a tu mujer y a su familia. Ya me contaste que estabas casado, pero no me dijiste más. Creo que es el momento de hacerlo.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 43. Verdú cuenta lo de su matrimonio

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