martes, 12 de agosto de 2025

32. “El masover”. De Paqui a Sisca

   La asiduidad de las visitas de las masoveras a casa de los Clavijo ha hecho que la relación entre ambas familias se haya estrechado, especialmente la de Rosario y Paca, que han terminado haciéndose amigas. En muchas ocasiones, Paquita –a la que suelen llamar Paqui- acompaña a su madre en las visitas a la Fábrica, aunque como es muy tímida apenas si abre la boca. La niña es de mediana talla y constitución fibrosa. Tiene el pelo castaño que usualmente peina con trenzas rematadas por lazos de colores. La carita ovalada y la frente despejada, cejas bien trazadas y ojos del color de la miel que se corta en otoño. Nariz recta y boca bien dibujada que alberga unos dientes parejos. En los pómulos tiene un racimo de pecas que le hacen la cara más aniñada de lo que realmente es, pues tiene solo unos meses menos que Zaca. Su rostro lo remata una barbilla voluntariosa. En cuanto a su tez es de un blanco marfileño con tornasoles dorados. No es una beldad, pero tiene su aquel. Su carácter es contradictorio, y en ocasiones hasta espinoso, pues unas veces se muestra como una pubilla ególatra, caprichosa y malcriada y, en otras, como una muchachita gentil, tímida y tierna.

   Zaca considera a la masovereta –así la llaman en el pueblo- un muermo a la que no hay manera de sacarle una palabra, y cuando se dirige a ella lo único que consigue es que se ponga colorada como un tomate y que balbucee palabras ininteligibles. Por lo que hace tiempo que desistió de mantener cualquier tipo de relación con la chiquilla.

   La construcción de la casa de los dueños del Mas del Canònge va concluyendo, y en el momento en que los albañiles colocan una bandera en el tejado, indicio de que la construcción ha terminado, a las pocas semanas los dueños dan una modesta fiesta para celebrar el hecho. Del pueblo solo hay tres familias invitadas: la de don Eulogio, pues de soltero estuvo de médico en Benlloch, y conoce a los Villalonga, su hermana Sole y los Clavijo, sus vecinos más cercanos. Es la ocasión en la que Paqui se ha soltado la lengua, quizás animada por el moscatel que ha acompañado a las pastas caseras. Y en la charla que ambos chicuelos mantienen, la muchacha hasta se atreve a preguntar.

   -¿Y tú que quieres ser de mayor?

   -Probablemente, seré maestro de escuela, como mi tía Emilia y mi tío Paco.

   -Mal oficio es ese. Hace unos meses, la abuela echó a un peón por mal trabajador y al despedirlo le dijo que con lo vago que era iba a pasar más hambre que un maestro de escuela.

   -Y qué sabrá tu abuela de los maestros. La tía Emilia es maestra y nunca ha pasado hambre. Y el tío Paco también ha sido maestro y es rico –es patente que a Zaca le ha molestado lo de que pasas más hambre que un maestro de escuela.

   -Mi abuela sabe de todo. Es capaz de contar hasta más de mil y se conoce la tabla de multiplicar de memoria.

   -También la conozco yo y no voy diciendo que los masoveros pasen hambre –el chico decide cambiar de conversación y le formula la misma pregunta que le hizo la muchacha-: ¿Y tú que piensas ser de mayor?

   -Masovera, como mi madre y mi abuela.

   -Pero masovera no es un oficio.

   -¡Anda que sí!, claro que lo es, y si tienes un mas como el nuestro buenos duros que te sacas.

   Esta niña, además de tonta del culo, es más ignorante que un carbonero, piensa Zaca. Vaya mamarrachadas que dice. Y decide fastidiarla[CM1]  por donde a él le duele.

   -¿Y a ti por qué te llaman Paqui? Nombre más vulgar no hay.

   -Para que no me confundan con mi madre.

   -Pero, ¿quién va a confundirse entre una mujer mayor y una cría como tú?

   -No soy ninguna cría, tengo once años –protesta, airada, la muchacha, que añade-: Paqui no es un nombre feo, a mí me gusta.

   El muchacho pretende chinchar a la chicuela y se pone en plan doctoral.

   -Vamos a ver, Paca es un hipocorístico, o forma diminutiva y familiar, del nombre propio femenino Francisca. Es decir, Paca es una alternativa cariñosa e informal de Francisca. Por consiguiente, en lugar de Paquita deberías llamarte Francisquita, nombre que es más cursi que un repollo con lazo, tanto que hasta los tontos se reirían de la chica que lo llevara. Deberías tener un nombre que suene a más moderno, más chic. Déjame pensar y buscar un nombre que te cuadre porque lo de Paquita o Paqui espanta hasta los mosquitos. Veamos, Francisquita… Te podrías llamar Francis o, más corto aún, Fran…, pero también pueden ser nombres de chicos, y lo que te faltaba, que te confundieran con un mozo. Otro nombre podría ser Quita, pero el cachondeo que se armaría al llamarte así sería morrocotudo ¿Sabes qué…? Ya sé cómo te llamaré, al hijo de Pepa la de Amparo, que ayuda a madre, le llamamos Sisco. Así te voy a llamar,  Sisca que suena a nombre moderno y hasta extranjero. Lo de Paqui se ha terminado. Y no es necesario que me des las gracias. No lo hago por ti, sino por tu madre, que se ha hecho amiga de la mía.

   Y ahí termina el esperpéntico diálogo entre ambos chiquillos con resultados muy diferentes. Zaca se reafirma en su opinión de que la niña es tonta del culo y una ignorante como la copa de un pino. Paquita, en cambio, y tras el enfado con el muchacho por haberla llamado cría, queda encantada con el nuevo nombre. Lo de Sisca le ha gustado, no conoce a ninguna chica masovera, ni siquiera del pueblo, que se llame así. Y si el hijo de la señora Rosario, que va para bachiller, le ha puesto ese nombre por algo será. Y piensa que, aunque se cree un sabelotodo, en el fondo es majo y tiene un no sé qué que le hace diferente de los chicos que conoce.

   Llega septiembre y Paqui, que así continúan llamándola todos, pues solo es Sisca para Zaca, es escolarizada. Le toca la clase de doña Visentica, una maestra natural de Villanueva de Alcolea, pero que hace muchos años que ejerce en el pueblo. La masovereta  choca pronto con su maestra, que  es extremadamente religiosa y la chiquilla muy poco. De hecho, ni siquiera ha hecho la primera comunión, algo que, cuando se entera, escandaliza a la docente que se empeña en que tiene que ir al catecismo a prepararse para recibir el sacramento de la eucaristía. Como la niña se niega, doña Visentica llama a la señora Paca y le pide que obligue a su hija a acudir al rebañito parroquial para recibir el adoctrinamiento necesario. Se topa con la sorpresa de que la madre sostiene que eso lo tiene que decidir la xiqueta y que ella no la va a obligar a ir a la iglesia si no le apetece. Consecuencia del enfrentamiento es que la maestra la posterga y las alumnas la acosan y le hacen el vacío bautizándola como la masovera atea. Todo lo cual redunda en que asistir a la escuela se convierte para la niña en un calvario. Hasta que llega un momento en que no puede más y dice a su madre que no piensa volver al colegio ni aunque la lleven a rastras. Ni la madre ni el padre, que también ha intervenido en el asunto, consiguen que la chiquilla cambie de opinión. Al final, es la abuela Julia la que zanja la cuestión.

   -Si la xiqueta se empeña en no volver a la escuela porque su maestra quiere convertirla en una meapilas, estoy de acuerdo con ella. Ya le enseñaré yo las cuentas necesarias para que, cuando le toque, sepa llevar el Mas como Dios manda -Cuando las tensiones llegan al límite, no importa el asunto que sea, en casa de los Villalonga la palabra de la abuela es la última.

   La señora Rosario, enterada de las contrariedades de la masovereta pregunta a Zaca qué se cuenta en la escuela sobre los problemas de la chica.

   -Murmuran que se ha trabado de cuernos con Sor Vicenta por no querer hacer la primera comunión.

   -¿Quién es Sor Vicenta?

   -Doña Visentica, que más que una maestra parece una monja.

   -Pobrecita, que mala suerte ha tenido. No me he atrevido a preguntar a la señora Paca qué piensan hacer.

   Días después del diálogo entre madre e hijo, la señora Paca visita a los Clavijo para despedirse, se vuelven a la masía. La marcha de los Villalonga es un mazazo para los Clavijo, pues además de perder a unos buenos amigos se quedan sin las dádivas que tan bien les venían. La llumera se despide de los masoveros, lamentando su partida y deseándoles lo mejor en el futuro. Zaca no tiene ocasión de decirles adiós, pues estaba ausente cuando les visitó Paca. Rosario saca la impresión de que los masoveros del Mas del Canònge se van para no volver. Se equivoca.

   Unas semanas después vuelven los Villalonga al pueblo para tramitar unas gestiones en el ayuntamiento, y ante la sorpresa y la gratitud de Rosario les llevan una vez más una muestra de sus cosechas y ganados. Preguntada la masovera sobre qué van a hacer con la educación de la xiqueta, la respuesta es que la abuela Julia será la encargada de que prosiga con su formación académica, que bastará con que sepa leer y escribir de corrido y, sobre todo, que sepa manejarse con las cuentas, lo demás importa poco. Pasan los días, transcurren las semanas y meses después una tarde, desde el inicio del pasillo que hace las veces de recibidor, una voz conocida dice la fórmula habitual en el pueblo al entrar en una casa:

   -Ave María Purísima.

   Rosario, que ha reconocido la voz, grita desde la cocina:

   -Sin pecado concebida. Pasa, pasa, Paca, sin miramientos.

   La masovera entra en el comedor acompañada de su hija. Trae una cesta que deposita en manos de Rosario.

   -Como sé que a veces vas estreñida te he traído unas espinacas que son mano de santo para el estreñimiento. Y además, una docena de huevos y un queso de cabra, curado en aceite, que ya verás que bueno es.

   -Que detalle, Paca, cuanto te lo agradezco. No sé qué puedo darte para corresponderte, no se me ocurre nada.

   -Quita, quita, Rosario, no tienes que darme nada. Es solo un pequeño detalle de buena vecindad. Y ya me das tu amistad que eso es algo que no se paga con dinero.

   -No sabes cuánto me alegro de verte, Paca. Te encuentro muy bien, incluso más joven. Y tú, Paquita, estás hecha toda una moza, hay que ver lo que has crecido y lo guapa que te has puesto.

   Lo que ha conseguido Rosario con sus elogios es que el arrebol de las mejillas de la muchacha se coloree más intensamente y que apriete fuertemente los labios en señal de que no piensa decir ni pío. Sigue siendo tan vergonzosa como siempre, piensa Rosario.

   -¿Y se puede saber a santo de qué estáis en el pueblo?

   -Estamos para quedarnos otra vez porque a Paquita, por mediación de don Eulogio, le va a dar repaso –así llaman en el pueblo a las clases particulares- la maestra doña Carlota, al menos durante este curso, el próximo ya veremos.

   -Cuanto me alegro de volver a teneros de vecinos. Y cualquier cosa que necesitéis ya sabéis, nos tenéis a vuestra disposición, los amigos estamos para eso.

   Pasado un rato de charla trivial, la señora Paca envía su hija a casa, pues quiere hablar sin su presencia. Lo que cuenta a Rosario es una historia propia de adolescentes, acentuada al tratarse de una hija y nieta única, de una pubilla que heredará una saneada fortuna.

   -Estamos muy disgustados, Rosario. La xiqueta se ha hecho una adolescente insoportable, respondona y malcriada, hace lo que le da la gana y no hay quien le aguante. Ni siquiera la abuela, y mira que tiene genio, ha sido capaz de hacerse con ella. Precisamente, ha sido la abuela la que ha pensado que quizás una nueva maestra la pueda domar. Como ya no tiene edad de ser escolarizada hemos recurrido a las clases particulares. A ver si  doña Carlota, además de intentar domarla, consigue que lea y escriba de corrido y maneje bien las cuatro reglas…  Porque si no, ¿cómo se va a manejar por el mundo? Algún día será su responsabilidad gobernar el patrimonio familiar y no lo va a poder hacer teniendo una formación tan pobre como la que tiene.

   No creo que nadie la dome, piensa Rosario. Se equivoca y el domador será la persona más imprevista. Pero no adelantemos acontecimientos, dejemos que la trama fluya a su propio ritmo, y démosle tiempo a Paqui para que vaya asumiendo, entre otras cuestiones, que tiene un nuevo apelativo, Sisca, al menos para el mayor de los Clavijo. ¿Los nombres cambian a las personas o son éstas las que influyen en los nombres? ¿Ese cambio, mínimo en apariencia, tendrá consecuencias? Está por ver si las hay y, si ocurre, cuáles serán. En cualquier caso, de Paqui a Sisca, hay todo un mundo de diferencias o, al menos, eso parece.

 

PD. El próximo martes publicaré el episodio 33 de la novela “El masover”, titulado: Les festes de Sant Antoni i Santa Llúcia

 [CM1]

No hay comentarios:

Publicar un comentario