El tío Luis Manzano, que hace mucho que no ve a sus sobrinos-nietos, se acerca a Gran Vía, 54 para charlar con ellos, ocasión que aprovecha Álvaro para contarle su intención de ser destinado a Madrid para poder cuidar de la familia.
-Me parece excesiva tu obsesión por tener un destino en Madrid. Una cosa es cuidar de la familia y otra muy distinta echar tu carrera por la borda. Podría ser razonable si tus hermanos fuesen menores de edad, pero ya son mayores y están colocados. Todos, salvo Concha, tienen trabajos seguros y bien remunerados, entonces ¿por qué ese desmedido afán de cuidar de ellos? Pareces una clueca y tratas a tus hermanos como si fuesen pollitos. Eso no tiene ningún sentido –El tío Luis continúa teniendo el mismo talante de siempre, dice lo que piensa sin importarle herir a su interlocutor.
-Para que una familia siga unida necesita de alguien que la pastoree, ¿y quién lo va a hacer si no yo? –replica Álvaro.
-Ni Julián, ni Jesús, ni las chicas, ni los marinos son borregos y, por tanto, no necesitan de un pastor. ¿No te has planteado que si los tratas cómo a tales pueden sentirse humillados?
-En absoluto, son ellos los primeros que piden mi opinión para todo. Tome como ejemplo que en estos momentos estamos valorando si comprar una perfumería para que la lleve Eloísa; pues bien, hasta que yo no tome la decisión el resto no hará nada.
Vista la terquedad de su sobrino en mantener esa postura, el tío Luis le ataca por otro flanco: el de su carrera de marino.
-¿Y no has pensado que si continúas con tu empeño en tener destinos en tierra, vas a quedarte postergado en tu carrera al faltarte horas de mar? Si prosigues como ahora, y dada tu hoja de servicios, llegarás a almirante o, al menos, a contralmirante con plena seguridad. En cambio, sí solo tienes destinos de tierra si llegas a capitán de navío será un milagro.
-Lo sé, tío, pero me importa un comino ser o no almirante. Mi principal objetivo en la vida es cuidar de la familia. Se lo prometí a papá en su lecho de muerte y pienso cumplirlo, cueste lo que cueste. Y como sé lo mucho que querías a mamá, en su nombre te pido que me ayudes para que sigamos todos unidos.
Dada la roqueña actitud de su sobrino, Luis Manzano le promete que le ayudará cuanto pueda, aunque sigue pensando que mantener esa actitud es una estupidez.
La última conferencia aliada de la II Guerra Mundial se celebra en la alemana ciudad de Potsdam en agosto. Durante la Conferencia se alcanzan acuerdos entre los Aliados sobre la política a realizar en la Alemania ocupada. También se lanza un ultimátum a Japón pidiendo su rendición incondicional, dado que es el último país del Eje que se mantiene en guerra. La batalla de Okinawa ha mostrado que una invasión de Japón, planeada para noviembre, significará un gran número de bajas estadounidenses, pues son estos lo que cargan con el mayor peso de la contienda. La estimación oficial, dada por la Secretaría de Guerra, es de un millón y cuarto de bajas aliadas. Es decir, que la invasión de Japón utilizando los métodos convencionales, como hasta ahora, puede significar la muerte de millones de soldados yanquis y de japoneses y también de civiles, que están siendo entrenados como milicia.
En tanto, la propuesta que los Carreño tienen encima de la mesa de comprar la perfumería del señor Ramírez ha recibido la respuesta de Luis Verdú, que Álvaro hace suya y, en consecuencia, la hace toda la familia.
-Álvaro, he estado revisando vuestros números y, especialmente, el estado de los dos créditos que tenéis. De el del Hispano-Americano solo os faltan cuatro meses para saldarlo, del de Banesto bastante más, pero con los ingresos de las tres farmacias no vais a pasar ninguna clase de apuros. Por otra parte, he logrado que la central del Banco de Vizcaya de Barcelona os conceda un nuevo préstamo para lo que tendréis que hipotecar la farmacia de Gran Vía. Y la proyección que he llevado a cabo de ingresos y gastos da el resultado de que este último crédito lo podréis saldar sin mayor problema. Conque tú decidirás.
-Ya sabrás por Pilar que en esta familia tus consejos van a misa, como suele decirse. Si dices que adelante, esta misma tarde hablaré con el señor Ramírez y cerraremos el acuerdo.
-Gracias por tu confianza, Álvaro, pero no soy omnisciente, me equivoco tantas veces como acierto y más en los negocios que realmente no pertenecen a mi campo de acción.
-No digo que lo seas, Luis, pero hasta ahora todos los consejos financieros que nos has dado nos han salido redondos.
-Te confieso que por la cuenta que me tiene los estudio muy a fondo. No veas como se pondría tu hermana si alguno hubiese salido mal. Ya conoces como se las gasta. Ah, una última cuestión: trata de que Ramírez acepte que se lo paguéis a plazos. Eso facilitaría mucho la operación.
-Gracias una vez más, Luis. Y te anticipo que dada la buena relación de Ramírez con Eloísa y que además me consta que anda sobrado de pasta, lo del pago a plazos no creo que sea problema. Te mantendré informado.
Y en efecto, Ramírez no pone ninguna objeción al pago a plazos y cierra con Álvaro la operación. La familia está despegando como un cohete y no solo en el terreno económico sino también en otros aspectos, que para los Carreño son más importantes, como es la aparición de la tercera generación de la saga. En 1943, Julián y Carla ya tuvieron el primer retoño Carreño, un niño a quien en recuerdo del abuelo de la saga pusieron el nombre de Julio y que se cría rollizo y fuerte como un toro. Y en este año de gracia de 1945 han tenido un segundo, una guapa niña a la que van a llamar Ana María como su abuela materna.
-Bueno –comenta el padre de Carla-, ya tienen la parejita burguesa, han cumplido con la familia.
Álvaro no contesta, pero en cuanto ve a Julián no puede reprimirse y le cuenta lo que le ha dicho el padre de Carla.
-¿Eso quiere decir que no pensáis tener más hijos?
-Bueno…, Carla piensa que con dos, y como son parejita, ya está bien.
-O sea, que en tu casa quien lleva los pantalones es tu mujer. Así no nos criaron nuestros padres. Hijos, los que Dios quiera enviarnos…, pero eso tendrás que decidirlo tú y tu esposa, claro… -La inacabada frase es suficiente para Julián, ya sabe lo que tiene que hacer. ¡Buena se pondrá Carla!
PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 99 The Little Boy
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