martes, 26 de agosto de 2025

34. “El masover”. El pozo

   El 12 de abril, los Clavijo celebran, modestamente, el cumpleaños de su hijo mayor. Este año el chico recibe como regalo familiar su primera estilográfica, algo que llevaba largo tiempo deseando. Junto a la pluma, de marca desconocida, le han regalado un tintero de la marca Pelikán para futuras recargas. La ilusión del regalo apenas le dura tres días, pues tras la primera recarga, y al ir a coger la pluma del bolsillo de la camisa, comprueba con enorme disgusto que la estilográfica se ha descargado manchándole la camisa. Cuando, medio lloroso se lo cuenta a madre, ésta responde, airada:

   -Es lo malo de ir con el monedero medio vacío, compras barato y termina saliéndote caro.

   Tiempo después del cumple de Zaca, cae el primer gobierno republicano. El chaval se entera, ¡cómo no!, en el café del Pincho, cuando don José Gauchía lo cuenta.  

   -Los representantes de partidos de la derecha, Alcalá Zamora, presidente del Gobierno, y Maura, ministro de Gobernación, han presentado su dimisión alegando un excesivo laicismo del Estado y una intolerable política anticatólica de su propio gobierno.

   -Mal empezamos, ya estamos como en los últimos años de Alfonso XIII. Ha caído un gobierno que ha durado cinco meses, eso no es serio –opina don Rodolfo.

   Días después, en la tertulia cuentan que se ha formado un nuevo gobierno. Informa de ello don Avelino.

   -El nuevo gobierno está presidido por Manuel Azaña y formado por republicanos y socialistas. 

   Con la llegada de la República, casi desde el primer momento los contertulios se han dividido –como es usual en el país- en dos grupos: los de derechas y los de izquierdas; es decir, los monárquicos y los republicanos o, dicho de otro modo, los conservadores y los progresistas. Estos últimos, que son más numerosos, pues la gente tiende a estar con el sol que más calienta, suelen llevar la voz cantante jaleando las medidas gubernamentales que para ellos van a cambiar al país de arriba abajo, algo que se necesita desesperadamente. Los conservadores, que son menos y están casi siempre a la defensiva, ponen en solfa las normas que dicta el gobierno por considerarlas desmedidas, cuando no francamente indeseadas. Las discusiones se han agudizado al unísono del debate sobre una ley republicana singular, pues días después de la toma de posesión del Gobierno provisional, y cuando todavía se está debatiendo en las Cortes la Constitución de la joven República, se presenta el proyecto de Ley de Defensa de la República con carácter urgente, y que es aprobada sin apenas discusión. En cuanto llega don Eulogio al café, Piñana se apresura a preguntarle:

   -Doctor, estábamos comentando lo de la Ley de Defensa, ¿qué opina usted de ella?

   -En principio, es una ley que contradice los derechos fundamentales que, al parecer, la Constitución va a garantizar. Y aunque la metan a martillazos en la ley de leyes, tendrá que ser en alguna disposición transitoria,  por lo que no puede saberse cuanto tiempo estará vigente. En cualquier caso, es un texto legal que tiene mal cariz, pues da la impresión de que los constituyentes no se fían un pelo de la futura observancia de las leyes y reglamentos por los ciudadanos.

   -¿Nos lo podría explicar más claro para los que no tenemos carrera? –pide Julio, el barbero.

   -Lo que opino sobre la Ley de Defensa de la República es provisional hasta que se termine el debate constitucional, pero a día de hoy creo, y sé que a muchos no les va a gustar esta opinión, que es una dura medida de excepción que permitirá al gobierno actuar contra sus enemigos con rapidez y al margen del sistema judicial, anulando de hecho las garantías constitucionales, pero sin violar técnicamente la Constitución.

   Zaca escucha estas noticias como si oyera llover, pues no entiende nada de lo que está pasando. Lo que le lleva a preguntar cuestiones políticas, más que su interés por las mismas es por su insaciable curiosidad. Ahora, visto que, el régimen republicano cambia de gobierno con la misma falta de coherencia que el régimen monárquico, la política ha dejado de interesarle. Parece, se dice, que padre tiene razón: al final todo se reduce a quítate tú que me pongo yo. Lo que sí piensa es que uno se defiende cuando se siente atacado, pero, ¿quién o quiénes atacan a la República? Se da cuenta que esa pregunta no la ha planteado nadie, ¿por qué? Se dice que el mundo de los mayores está lleno de preguntas, pero de pocas respuestas.

  Visentico Flores, un vecino de los Clavijo, que alguna vez se lleva al campo a Zaca para que le haga compañía, el último domingo se lo llevó a una huerta de tierra campa que tiene en la partida de Les Caballeríes. Y en la que el chaval estuvo refrescándose con el agua que extraía del pozo de la finca el mulo al hacer funcionar la noria.  Al recordar ese episodio, el diálogo que los padres han mantenido en la sobremesa de hoy ha suscitado su atención. Madre se ha quejado de las exiguas cosechas que sacan de la huerta de tierra campa -antes huerto de naranjos- que tienen en la partida de la Capella Vella, y que formó parte de su herencia.

   -Sacaríamos más rentas si fuera de regadío –añade.

   -Para eso deberíamos tener una noria. Y solo excavar el pozo nos costaría más de lo que vale la senia (voz valenciana con dos acepciones: huerta de regadío y noria) –precisa el llumero.

   -No, si nos pusiéramos de acuerdo con los vecinos, pues sufren el mismo problema que nosotros: no tienen agua.

   -¿Estás sugiriendo excavar un pozo entre los propietarios de la Capella? Son muchos.

   -No de todos, pero sí de los más cercanos a nuestra huerta.

   -Dudo mucho que quieran. Sabes mejor que yo que aquí todo el mundo va a la suya y hacer cosas conjuntas no es algo a lo que se apunte fácilmente el personal.

   -Principio requieren los cambios. ¿Por qué no lo preguntas?

   El señor Zacarías le ha echado un pensament a la sugerencia de su esposa, y piensa en las ventajas que supondría poder regar la huerta, por lo que decide probar. Dado que por su oficio conoce a todo el mundo, logra reunir a los propietarios colindantes de la huerta de la Capella para proponerles construir una noria comunal para poder regar sus fincas. Padre utiliza a su primogénito para hacer de amanuense y secretario de la reunión. Tras un debate, a veces acalorado porque son más las diferencias que los separan que las semejanzas que los unen, el llumero acaba convenciendo a sus vecinos de la bondad del proyecto. Deciden construir un pozo, lo que provoca una cascada de otros acuerdos: deberán contratar a un zahorí para que encuentre agua, buscar una noria barata, diseñar un horario de riegos, elegir un comité que supervise el proceso, pedir un presupuesto de lo que costará construir el pozo, así como una red de regueros para llevar el agua a las distintas fincas, y designar un síndico que medie entre las partes en caso de conflicto, algo así como un mini Tribunal de les Aigües como el de Valencia, pero unipersonal. Antes de que acabe la reunión, el llumero es elegido presidente de la futura comunidad de regantes en una votación a mano alzada. En cuanto termina la pequeña asamblea, y padre e hijo se quedan solos,  Zaca se lanza a lo suyo, preguntar.

   -Padre, me he fijado que han estado hablando todo el rato del pozo como si fuera seguro encontrar agua, ¿es así o lo he entendido mal?

   -Lo entendiste bien. Tenemos muchas probabilidades de que el zahorí encuentre agua porque el nivel freático del municipio está a escasos metros de la superficie –padre, conocedor de su retoño, se le adelanta-. En otro momento te explico que es ese nivel. Pues bien, en el subsuelo del ámbito municipal hay una especie de río subterráneo, creo que se llama un acuífero. Debido a esa circunstancia, el término está plagado de pozos de los que se extrae el agua por medio de norias o, en el caso de los pozos con un gran volumen de agua, por motores de fueloil que algún día espero que sean eléctricos. ¿Satisfecha tu curiosidad?    

   -¿El Pou del Calvari también es de ese río subterráneo? –Zaca se refiere al pozo que proporciona agua a las fuentes públicas y que en su umbral tiene un poema cuyo autor no debía ser muy ducho en métrica, pues es un cuarteto por su rima y una cuarteta por sus versos: Neptuno aquí liberal/por saciar la sed del mundo/hizo de un pozo profundo/ este bello manantial.

   -En efecto. Todos los pozos del pueblo se surten de agua del mismo acuífero. Y ahora lo más urgente es ver dónde encuentro un zahorí que nos marque el sitio donde haya agua en la Capella.

  Un amigo recomienda al señor Zacarías un zahorí de la Vall d´Alba que ha señalado la existencia de agua en otros puntos del término municipal y es a quien apalabra. El valldobí, con la ayuda de un péndulo y una horquilla de nogal, ha ido paseando por la partida de la Capella en la que señala tres puntos concretos donde sus sentidos y el péndulo marcan la existencia del líquido elemento. Uno de los puntos está en el extremo de la huerta del tío Torrafabes, uno de los propietarios del grupo de la noria. Todo esto lo cuenta a los suyos el señor Zacarías durante la cena.

   -No solo ha señalado dónde hay agua, sino que también nos ha dicho el posible caudal disponible y su probable profundidad. Según cuenta, en Torreblanca, el calado medio de los pozos depende, sobre todo, de la proximidad al mar, pero suele oscilar entre 3 y 4 metros los cercanos a la costa, y los 6 ó 7 metros los más alejados del mar. De acuerdo con ese dato, nuestro pozo debería estar entre los 4 y los 6 metros de profundidad.

   Después de obtener el beneplácito del tío Torrafabes y ponerse de acuerdo los copropietarios en la indemnización a pagar al mismo por el pedazo de tierra en que excavarán el pozo, más la necesaria para el círculo por el que andará la acémila que hará de fuerza motor, contratan al pocero y las obras se ponen en marcha. Cuando el tío Crisógono, el pocero, llega a los 4 metros sin señal alguna de agua, el presupuesto comunal se está agotando y los socios comienzan a ponerse nerviosos. Unos cuantos fuerzan una reunión para decidir si continúan con la obra o la dejan. El señor Zacarías  y algunos otros insisten en que deben de seguir, pero cuando ven que están en minoría les entran dudas. Entonces, cosa rara, el llumero lo consulta con su esposa.

   -… y así está el panorama. Y, la verdad, no sé qué vamos a hacer. ¿Tú qué harías?

   A la señora Rosario, poco acostumbrada a que su marido le haga consultas de esa clase, la pregunta la pilla desprevenida. Como no sabe qué responder le da una larga cambiada y contesta que tiene que pensarse la respuesta. Lo que hace en el entretanto es preguntar a su primo, Silvestret, al que supone entendido en pozos, pues es copropietario de dos fincas que se riegan con norias en partidas distintas.

   -Es una tontería que lo dejen habiendo excavado hasta los 4 metros. El agua ha de estar muy cerca

   -Pero es que de seguir, dice Zacarías que tendremos que pedir dinero al banco porque nos hemos gastado las cuatro perras que teníamos.

   -Como supongo que no será mucho el dinero que vais a necesitar, pedir una hipoteca sobre una finca, que creo que os la darán, y problema solucionado -Lo que le contó Silvestret es lo que la señora Rosario traslada a su marido.

   -Lo de la hipoteca no me viene de cara, pero me lo pensaré. Antes hablaré con don Eduardo Leuba para que me explique cómo está lo de los créditos hipotecarios. Como los tipos de interés sean muy altos, me temo que lo del pozo quedará en agua de borrajas.

   El pocero, al ver que puede perder el trabajo, les ofrece rebajar el presupuesto, dejando de proteger las paredes del pozo con piedras planas y ladrillos. No será tan seguro porque algún desprendimiento puede producirse, pero será más barato y el trabajo avanzará con más rapidez. Lo de construir un pozo es señal de que en casa de los Clavijo algunas cosas, aunque sea tímidamente, están cambiando, y así lo percibe el reflexivo Sacarietes que se pregunta: ¿Los cambios son buenos o malos? ¿No será mejor dejar las cosas como estaban y no forzarlas? ¿Excavar el pozo es una buena idea o padre se ha metido en un berenjenal del que puede salir escaldado? Muchas preguntas, pero ninguna respuesta. Eso es lo que ocurre habitualmente y a ello hay que plegarse y reconocer que es mucho más fácil preguntar que contestar. Y si ocurre es porque la mayoría de la gente tiende a lo más cómodo y no se complica la vida. Veremos en qué queda lo del pozo.

 

PD.- El próximo martes publicaré el episodio 35 de la novela “El masover”, titulado: La noria

martes, 19 de agosto de 2025

33. El masover”. Les festes de Sant Antoni i Santa Llúcia

 

 

   Entre las múltiples fiestas que ofrece el santoral cristiano, una de las más populares es la de San Antonio Abad, cuya festividad se celebra el 17 de enero. Día en que existe la tradición de bendecir a los animales domésticos y las mascotas. En algunos lugares, en ese día también se ofician fiestas laicas, organizándose cabalgatas con animales y carruajes y celebrándose diversas clases de festejos. En Torreblanca estas fiestas tienen la particularidad de que, además de festejar a Sant Antoni el del porquet, también se homenajea a Santa Llúcia. Es una fiesta muy arraigada en el imaginario popular, pues se celebran a pie de calle. Y nunca mejor dicho, dado que, al revés que las fiestas patronales reguladas por el ayuntamiento, éstas, como manda la tradición, las organiza cada doce años los vecinos de una calle o de varias cuando las rúas son pequeñas. Este año, les festes de Sant Antoni i Santa Llúcia, le corresponde organizarlas a los vecinos de la calle San Antonio, también conocida como el Raval. Es la calle más larga de la localidad y una de las dos que está asfaltada, pues su trazado forma parte de la carretera nacional Valencia-Barcelona. También es una de las más ricas, pues algunos de sus vecinos se cuentan entre las familias más acomodadas del pueblo. Y a ello hay que agregar que es la arteria por la que al atardecer pasean los adolescentes, convirtiéndola en una especie de campo de justas donde no se exhiben armas sino el palmito de ellas y la gallardía de ellos. Todo lo cual la transforma en la vía más importante del callejero local.

   Cuando se terminaron las fiestas de San Antonio del pasado año, que le correspondió a la calle San Jaime, lo primero que hicieron los vecinos del Raval fue nombrar una comisión con el encargo de organizar las próximas fiestas. Para reclutar a los miembros de la comisión no hubo elecciones ni sondeos, sino algunas reuniones informales y, como todos los vecinos se conocen, se propusieron nombres; unos aceptaron, otros no pero, tras los clásicos tiras y aflojas, al final se constituyó la comisión. En general, la mayoría de comisionados son gente joven, con alguna excepción.

   -Hay que nombrar también a alguien que sea mayor, que sea persona conocida y que ponga unas gotas de seny.

   -Yo propongo al señor Zacarías. Más conocido no puede ser. Y ya no es un jovenzuelo.

   El llumero, en primera instancia se ha negado aludiendo a sus muchas obligaciones, pero ante la insistencia de sus convecinos, y aunque a regañadientes, ha tenido que aceptar. Las casas del Raval están todas electrificadas y a los abonados hay que tenerlos contentos.

   -Y ahora que tenemos comisión hay que elegir al clavari. Y ya que tengo la palabra, propongo a Pepe el Randero –la propuesta es aprobada por unanimidad al contar con el asentimiento del propuesto, un respetado comerciante local. Como Zaca nunca ha sido festero pregunta que es un clavari. Su tío Antonio le explica que es el presidente de una cofradía o gremio, responsable de organizar sus fiestas. En este caso, será el presidente de la comisión.

   El mayor problema que se le plantea a los  comisionados es el que tiene todo comité que ha de organizar unos festejos: el económico, puesto que al ser fiestas callejeras han de ser sus residentes los que las paguen. Y como todo el mundo habla de hacer esto y lo de más allá y epatar a las otras calles, pero nadie suelta un duro, los comisionados han de esforzarse en encontrar maneras de recoger fondos. Al principio recurren a los medios habituales: organizan rifas, revenden décimos de lotería, especialmente de la de Navidad, montan verbenas y bailes, organizan un torneo de tiro al plato y consiguen que el equipo local de fútbol juegue un partido contra el equipo de Alcalá de Chivert, y cuya recaudación será destinada al fondo común de las fiestas. Aun así, han de reestructurar el programa de festejos, pues los fondos recogidos no cubren todos los actos que habían previsto. La mayor dentellada a los presupuestos la dan los toros. En el pueblo existe una ley no escrita, pero tan vigente como los impuestos, que dicta que sin toros no hay fiesta que merezca ese nombre. Tendrán que sacrificar otros festejos, pero els bous al carrer ni tocarlos.

   Como el 17 de enero cae en domingo, planean que las fiestas comiencen el día anterior, sábado, y se prolonguen hasta el 20, miércoles. Cinco días de fiestas son más que suficientes para epatar al resto de calles de la localidad. Sobre todo, si en tres de esas fechas hay toros hasta para aburrir. Tras mucho debate y algún que otro recorte, el programa queda así:

   -Día 16, sábado: charanga de la despertà. A mediodÍa comida vecinal. Por la tarde carreras de caballos y mulos desde el Rivet a la Plaza de la Iglesia. Y verbena popular por la noche.

   -Día 17, domingo: charanga de la despertà, misa cantada y sermón por un canónigo de Tortosa. Luego, el párroco bendecirá los animales delante de la puerta del Clavari y se repartirán cocas bendecidas. Por la tarde, procesión, con las imágenes de Sant Antoni i Santa Llúcia, desde la iglesia a la casa del Clavari, a las que acompañarán parejas de jóvenes ataviados con trajes regionales y a lomos de caballerías. Por la noche encendido de una hoguera vecinal en els Quatre Cantons y para acabar el día verbena popular.

   -Día 18, lunes: charanga de la despertà y cierre de todas las intersecciones de la calle para que los toros puedan deambular de un extremo a otro. Cada vecino deberá ocuparse de que su casa tenga la puerta cerrada para que un animal no se le cuele dentro. Por la tarde bous al carrer y cuando se acaben los toros, las puertas se abrirán para ofrecer a parientes, amigos y conocidos algunas muestras de la repostería local y unas copitas de moscatel o de lo que se tercie. Por la noche verbena popular.

   -Día 19, martes: charanga de la despertà. Traslado de las imágenes de Sant Antoni i Santa Llúcia desde casa del Clavari a la iglesia parroquial. A mediodía concierto de música a cargo de la banda municipal. Por la tarde bous al carrer. Por la noche cena de cocas i cocs para los vecinos de la calle en la carpa de la fiesta. Finalizando con verbena.

  -Día 20, miércoles: charanga de la despertà. Solemne misa en honor de los difuntos de la calle oficiada por el señor cura párroco. A mediodía, comida comunal a base de paellas. Y vino de Villahermosa del Río a cargo del Clavari. Por la tarde bous al carrer y, como broche, el último toro que se suelte cuando las estrellas ya brillen por encima de los tejados, será un bou embolat –también pagado por el señor Clavari- que, con las antorchas flameando en sus cuernos, iluminará las primeras sombras callejeras. Por la noche, la compañía de aficionados al teatro, Juventud Alegre, representará la obra cumbre de don Jacinto Benavente, Premio Nobel de Literatura, Los intereses creados. Y al finalizar, gran castillo de fuegos artificiales como colofón de las fiestas.

   Como retoños de uno de los miembros de la comisión organizadora, a los dos Clavijo mayores les ha tocado participar de forma activa en uno de los actos fiesteros: la procesión del día 17 con la imagen de los santos, a los que acompañan parejas de jóvenes ataviados con trajes regionales. Zaca lleva de pareja una prima suya, Milieta la Gascona, y embutido en un traje alquilado de huertano, ha cabalgado, con cara de pocos amigos, en un mulo enjaezado con una gualdrapa de las que fabrican en Masanasa. Charito también participa, y se coge con fuerza a la cintura de Tico Persiva que es su acompañante.

   En las verbenas que se organizan al anochecer es donde Zaca se estrena como bailarín y, una vez más, constata desolado que su torpeza física también es extensible a la danza. Baila agarrotado y rígido y, con más frecuencia de la que sería deseable, pisa a sus ocasionales compañeras. Araceli, la encantadora hija pequeña del jefe de la estación del ferrocarril, tras el enésimo pisotón, le aconseja de la manera más diplomática que sabe.

   -Si bailas más suelto y sigues el ritmo de la música te vas a divertir más y no tropezarás con tu pareja.

   Zaca traduce lo que la chiquilla le está aconsejando: no bailes como si fueras un buzón de correos y no sigas pisándome que ya está bien. La consecuencia: el chico deja de bailar y se limita a mirar con negra envidia a los muchachos que se deslizan por el asfaltado de la calle como si no hubiesen hecho otra cosa en su vida.

   Aunque la Fábrica está al final de la calle y el recorrido de los toros no llega hasta allí, los Clavijo han abierto su puerta a los parientes, amigos y conocidos para que degusten unas pastas remojadas con una copichuela de moscatel o algo más fuerte si se tercia, pues el señor Zacarías se ha sentido obligado al ser de la comisión, aunque su aportación ha sido de escasa entidad. Madre ha aprovechado la ocasión y ha sacado a relucir sus dotes de repostera, elaborando una buena cantidad de dulces: magdalenas, almendrados, blanquitos y negritos, rossegons, galletas y su gran especialidad, pastissos de boniato. Un amigo de Benicásim les ha regalado unas botellas de moscatel que ayudarán a trasegar las pastas. En el trozo de entrada del pasillo que hace las veces de recibidor, Rosario ha puesto la mesa camilla con unas bandejas con los dulces y unas copichuelas para los vinos. Así, los visitantes conversan con los Clavijo, mientras degustan las muestras de la repostería casera de la señora de la casa.

   -Rosario, nadie hace los almendrados tan ricos como tú. Me has de dar la receta, pero antes dime qué necesitaré.

   -Es muy fácil. Necesitas huevos,  azúcar,  una pizca de sal, ralladura de limón,  canela, mucha almendra molida y unas obleas de barquillo.  Para hacerlos, mientras se calienta el horno, colocas en un cuenco el azúcar con la ralladura de limón, la canela y la pizca de sal. Frotas para que el azúcar coja los aromas e incorporas la almendra molida y la mezclas. Bates aparte los huevos y los combinas con los ingredientes secos, hasta formar una masa maleable. Con una cucharilla formas bolitas y las colocas encima de cada oblea. Las horneas durante unos veintitantos minutos. Esperas un par de minutos antes de trasladarlas a una rejilla para que se enfríen y ¡hala, a servirlas!

   -No parece tan fácil como dices, pero lo probaré. ¿Y con qué se acompañan mejor?

   -Con moscatel,  mistela, licor dulce, café, té, chocolate a la taza, un vaso de leche... las opciones de maridaje son muchas. A mí me gusta tomarlos con mandarinas, ya ves.

   Lo más demandado de las fiestas que son els bous al carrer, a Zaca le parecen un tostonazo de cuidado. Porque no tienen nada que ver con la lidia que se practica en las plazas de toros. El animal de turno vaga de una punta a otra de la calle –que es casi recta- en pos de los mozos que gritan o enseñan un trapo al cornúpeta para que les embista, pero en cuanto éste hace el mínimo gesto de arrancarse los presuntos toreros corren a refugiarse en alguna de las muchas barreras existentes a lo largo de la calle o en una de las puertas cerradas con picaporte. Y vuelta a empezar. En alguna ocasión, si la comisión organizadora lo autoriza, atan al cuello del animal una larga soga de la que tiran los mozos para conducir al bicho por donde haya más espectadores. Y aguantar así las más de cuatro horas que dura el espectáculo es como para aburrir al más pintado; al menos, eso es lo que piensa el muchacho. Pese a que el peligro de una cogida por el toro siempre flota en el ambiente, ocurre en contadas ocasiones porque el miedo es muy superior a las ganas de lucirse, pero cuando pasa es motivo de comentarios de toda laya mientras duran los festejos. Y mientras les festes de Sant Antoni i Santa Llúcia encaran la recta final, Zaca desea con toda el alma que se acaben cuanto antes, porque divertirse, lo que se dice divertirse, no lo hace demasiado; lo que por otra parte es lógico, pues un tímido e introvertido personajillo como el muchacho tiene escasas posibilidades de encontrar divertidas unas fiestas bullangueras en las que los toros y las verbenas son las principales atracciones. Acaban las fiestas de San Antonio y Zaca las despide, sin pena ni gloria, hasta dentro de doce años en que volverán al Raval. Quizá para entonces haya madurado y sea capaz de encontrarlas divertidas. Todo puede ocurrir, hasta que el tímido e introvertido muchachito haya dejado de serlo. Cosas más difíciles se han visto.

 

PD.- El próximo martes publicaré el episodio 34, de la novela “El masover”, titulado: El pozo

martes, 12 de agosto de 2025

32. “El masover”. De Paqui a Sisca

   La asiduidad de las visitas de las masoveras a casa de los Clavijo ha hecho que la relación entre ambas familias se haya estrechado, especialmente la de Rosario y Paca, que han terminado haciéndose amigas. En muchas ocasiones, Paquita –a la que suelen llamar Paqui- acompaña a su madre en las visitas a la Fábrica, aunque como es muy tímida apenas si abre la boca. La niña es de mediana talla y constitución fibrosa. Tiene el pelo castaño que usualmente peina con trenzas rematadas por lazos de colores. La carita ovalada y la frente despejada, cejas bien trazadas y ojos del color de la miel que se corta en otoño. Nariz recta y boca bien dibujada que alberga unos dientes parejos. En los pómulos tiene un racimo de pecas que le hacen la cara más aniñada de lo que realmente es, pues tiene solo unos meses menos que Zaca. Su rostro lo remata una barbilla voluntariosa. En cuanto a su tez es de un blanco marfileño con tornasoles dorados. No es una beldad, pero tiene su aquel. Su carácter es contradictorio, y en ocasiones hasta espinoso, pues unas veces se muestra como una pubilla ególatra, caprichosa y malcriada y, en otras, como una muchachita gentil, tímida y tierna.

   Zaca considera a la masovereta –así la llaman en el pueblo- un muermo a la que no hay manera de sacarle una palabra, y cuando se dirige a ella lo único que consigue es que se ponga colorada como un tomate y que balbucee palabras ininteligibles. Por lo que hace tiempo que desistió de mantener cualquier tipo de relación con la chiquilla.

   La construcción de la casa de los dueños del Mas del Canònge va concluyendo, y en el momento en que los albañiles colocan una bandera en el tejado, indicio de que la construcción ha terminado, a las pocas semanas los dueños dan una modesta fiesta para celebrar el hecho. Del pueblo solo hay tres familias invitadas: la de don Eulogio, pues de soltero estuvo de médico en Benlloch, y conoce a los Villalonga, su hermana Sole y los Clavijo, sus vecinos más cercanos. Es la ocasión en la que Paqui se ha soltado la lengua, quizás animada por el moscatel que ha acompañado a las pastas caseras. Y en la charla que ambos chicuelos mantienen, la muchacha hasta se atreve a preguntar.

   -¿Y tú que quieres ser de mayor?

   -Probablemente, seré maestro de escuela, como mi tía Emilia y mi tío Paco.

   -Mal oficio es ese. Hace unos meses, la abuela echó a un peón por mal trabajador y al despedirlo le dijo que con lo vago que era iba a pasar más hambre que un maestro de escuela.

   -Y qué sabrá tu abuela de los maestros. La tía Emilia es maestra y nunca ha pasado hambre. Y el tío Paco también ha sido maestro y es rico –es patente que a Zaca le ha molestado lo de que pasas más hambre que un maestro de escuela.

   -Mi abuela sabe de todo. Es capaz de contar hasta más de mil y se conoce la tabla de multiplicar de memoria.

   -También la conozco yo y no voy diciendo que los masoveros pasen hambre –el chico decide cambiar de conversación y le formula la misma pregunta que le hizo la muchacha-: ¿Y tú que piensas ser de mayor?

   -Masovera, como mi madre y mi abuela.

   -Pero masovera no es un oficio.

   -¡Anda que sí!, claro que lo es, y si tienes un mas como el nuestro buenos duros que te sacas.

   Esta niña, además de tonta del culo, es más ignorante que un carbonero, piensa Zaca. Vaya mamarrachadas que dice. Y decide fastidiarla[CM1]  por donde a él le duele.

   -¿Y a ti por qué te llaman Paqui? Nombre más vulgar no hay.

   -Para que no me confundan con mi madre.

   -Pero, ¿quién va a confundirse entre una mujer mayor y una cría como tú?

   -No soy ninguna cría, tengo once años –protesta, airada, la muchacha, que añade-: Paqui no es un nombre feo, a mí me gusta.

   El muchacho pretende chinchar a la chicuela y se pone en plan doctoral.

   -Vamos a ver, Paca es un hipocorístico, o forma diminutiva y familiar, del nombre propio femenino Francisca. Es decir, Paca es una alternativa cariñosa e informal de Francisca. Por consiguiente, en lugar de Paquita deberías llamarte Francisquita, nombre que es más cursi que un repollo con lazo, tanto que hasta los tontos se reirían de la chica que lo llevara. Deberías tener un nombre que suene a más moderno, más chic. Déjame pensar y buscar un nombre que te cuadre porque lo de Paquita o Paqui espanta hasta los mosquitos. Veamos, Francisquita… Te podrías llamar Francis o, más corto aún, Fran…, pero también pueden ser nombres de chicos, y lo que te faltaba, que te confundieran con un mozo. Otro nombre podría ser Quita, pero el cachondeo que se armaría al llamarte así sería morrocotudo ¿Sabes qué…? Ya sé cómo te llamaré, al hijo de Pepa la de Amparo, que ayuda a madre, le llamamos Sisco. Así te voy a llamar,  Sisca que suena a nombre moderno y hasta extranjero. Lo de Paqui se ha terminado. Y no es necesario que me des las gracias. No lo hago por ti, sino por tu madre, que se ha hecho amiga de la mía.

   Y ahí termina el esperpéntico diálogo entre ambos chiquillos con resultados muy diferentes. Zaca se reafirma en su opinión de que la niña es tonta del culo y una ignorante como la copa de un pino. Paquita, en cambio, y tras el enfado con el muchacho por haberla llamado cría, queda encantada con el nuevo nombre. Lo de Sisca le ha gustado, no conoce a ninguna chica masovera, ni siquiera del pueblo, que se llame así. Y si el hijo de la señora Rosario, que va para bachiller, le ha puesto ese nombre por algo será. Y piensa que, aunque se cree un sabelotodo, en el fondo es majo y tiene un no sé qué que le hace diferente de los chicos que conoce.

   Llega septiembre y Paqui, que así continúan llamándola todos, pues solo es Sisca para Zaca, es escolarizada. Le toca la clase de doña Visentica, una maestra natural de Villanueva de Alcolea, pero que hace muchos años que ejerce en el pueblo. La masovereta  choca pronto con su maestra, que  es extremadamente religiosa y la chiquilla muy poco. De hecho, ni siquiera ha hecho la primera comunión, algo que, cuando se entera, escandaliza a la docente que se empeña en que tiene que ir al catecismo a prepararse para recibir el sacramento de la eucaristía. Como la niña se niega, doña Visentica llama a la señora Paca y le pide que obligue a su hija a acudir al rebañito parroquial para recibir el adoctrinamiento necesario. Se topa con la sorpresa de que la madre sostiene que eso lo tiene que decidir la xiqueta y que ella no la va a obligar a ir a la iglesia si no le apetece. Consecuencia del enfrentamiento es que la maestra la posterga y las alumnas la acosan y le hacen el vacío bautizándola como la masovera atea. Todo lo cual redunda en que asistir a la escuela se convierte para la niña en un calvario. Hasta que llega un momento en que no puede más y dice a su madre que no piensa volver al colegio ni aunque la lleven a rastras. Ni la madre ni el padre, que también ha intervenido en el asunto, consiguen que la chiquilla cambie de opinión. Al final, es la abuela Julia la que zanja la cuestión.

   -Si la xiqueta se empeña en no volver a la escuela porque su maestra quiere convertirla en una meapilas, estoy de acuerdo con ella. Ya le enseñaré yo las cuentas necesarias para que, cuando le toque, sepa llevar el Mas como Dios manda -Cuando las tensiones llegan al límite, no importa el asunto que sea, en casa de los Villalonga la palabra de la abuela es la última.

   La señora Rosario, enterada de las contrariedades de la masovereta pregunta a Zaca qué se cuenta en la escuela sobre los problemas de la chica.

   -Murmuran que se ha trabado de cuernos con Sor Vicenta por no querer hacer la primera comunión.

   -¿Quién es Sor Vicenta?

   -Doña Visentica, que más que una maestra parece una monja.

   -Pobrecita, que mala suerte ha tenido. No me he atrevido a preguntar a la señora Paca qué piensan hacer.

   Días después del diálogo entre madre e hijo, la señora Paca visita a los Clavijo para despedirse, se vuelven a la masía. La marcha de los Villalonga es un mazazo para los Clavijo, pues además de perder a unos buenos amigos se quedan sin las dádivas que tan bien les venían. La llumera se despide de los masoveros, lamentando su partida y deseándoles lo mejor en el futuro. Zaca no tiene ocasión de decirles adiós, pues estaba ausente cuando les visitó Paca. Rosario saca la impresión de que los masoveros del Mas del Canònge se van para no volver. Se equivoca.

   Unas semanas después vuelven los Villalonga al pueblo para tramitar unas gestiones en el ayuntamiento, y ante la sorpresa y la gratitud de Rosario les llevan una vez más una muestra de sus cosechas y ganados. Preguntada la masovera sobre qué van a hacer con la educación de la xiqueta, la respuesta es que la abuela Julia será la encargada de que prosiga con su formación académica, que bastará con que sepa leer y escribir de corrido y, sobre todo, que sepa manejarse con las cuentas, lo demás importa poco. Pasan los días, transcurren las semanas y meses después una tarde, desde el inicio del pasillo que hace las veces de recibidor, una voz conocida dice la fórmula habitual en el pueblo al entrar en una casa:

   -Ave María Purísima.

   Rosario, que ha reconocido la voz, grita desde la cocina:

   -Sin pecado concebida. Pasa, pasa, Paca, sin miramientos.

   La masovera entra en el comedor acompañada de su hija. Trae una cesta que deposita en manos de Rosario.

   -Como sé que a veces vas estreñida te he traído unas espinacas que son mano de santo para el estreñimiento. Y además, una docena de huevos y un queso de cabra, curado en aceite, que ya verás que bueno es.

   -Que detalle, Paca, cuanto te lo agradezco. No sé qué puedo darte para corresponderte, no se me ocurre nada.

   -Quita, quita, Rosario, no tienes que darme nada. Es solo un pequeño detalle de buena vecindad. Y ya me das tu amistad que eso es algo que no se paga con dinero.

   -No sabes cuánto me alegro de verte, Paca. Te encuentro muy bien, incluso más joven. Y tú, Paquita, estás hecha toda una moza, hay que ver lo que has crecido y lo guapa que te has puesto.

   Lo que ha conseguido Rosario con sus elogios es que el arrebol de las mejillas de la muchacha se coloree más intensamente y que apriete fuertemente los labios en señal de que no piensa decir ni pío. Sigue siendo tan vergonzosa como siempre, piensa Rosario.

   -¿Y se puede saber a santo de qué estáis en el pueblo?

   -Estamos para quedarnos otra vez porque a Paquita, por mediación de don Eulogio, le va a dar repaso –así llaman en el pueblo a las clases particulares- la maestra doña Carlota, al menos durante este curso, el próximo ya veremos.

   -Cuanto me alegro de volver a teneros de vecinos. Y cualquier cosa que necesitéis ya sabéis, nos tenéis a vuestra disposición, los amigos estamos para eso.

   Pasado un rato de charla trivial, la señora Paca envía su hija a casa, pues quiere hablar sin su presencia. Lo que cuenta a Rosario es una historia propia de adolescentes, acentuada al tratarse de una hija y nieta única, de una pubilla que heredará una saneada fortuna.

   -Estamos muy disgustados, Rosario. La xiqueta se ha hecho una adolescente insoportable, respondona y malcriada, hace lo que le da la gana y no hay quien le aguante. Ni siquiera la abuela, y mira que tiene genio, ha sido capaz de hacerse con ella. Precisamente, ha sido la abuela la que ha pensado que quizás una nueva maestra la pueda domar. Como ya no tiene edad de ser escolarizada hemos recurrido a las clases particulares. A ver si  doña Carlota, además de intentar domarla, consigue que lea y escriba de corrido y maneje bien las cuatro reglas…  Porque si no, ¿cómo se va a manejar por el mundo? Algún día será su responsabilidad gobernar el patrimonio familiar y no lo va a poder hacer teniendo una formación tan pobre como la que tiene.

   No creo que nadie la dome, piensa Rosario. Se equivoca y el domador será la persona más imprevista. Pero no adelantemos acontecimientos, dejemos que la trama fluya a su propio ritmo, y démosle tiempo a Paqui para que vaya asumiendo, entre otras cuestiones, que tiene un nuevo apelativo, Sisca, al menos para el mayor de los Clavijo. ¿Los nombres cambian a las personas o son éstas las que influyen en los nombres? ¿Ese cambio, mínimo en apariencia, tendrá consecuencias? Está por ver si las hay y, si ocurre, cuáles serán. En cualquier caso, de Paqui a Sisca, hay todo un mundo de diferencias o, al menos, eso parece.

 

PD. El próximo martes publicaré el episodio 33 de la novela “El masover”, titulado: Les festes de Sant Antoni i Santa Llúcia

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