En septiembre, la familia Carreño despide a Froilán que se marcha a la Escuela Naval Militar de Marín para realizar el primer curso de la carrera de oficial de la Marina española y, al igual que sus hermanos, lo hará en el Cuerpo General. El Mosqui solo estará con Andrés en la Escuela hasta diciembre del 43, fecha en que el balarrasa de Andrés terminará el quinto y penúltimo curso, dado que es repetidor y ha perdido dos promociones. En septiembre del 43, Andrés es promovido a guardiamarina y en diciembre empieza a hacer uso de un mes de licencia debiendo examinarse nuevamente de Electricidad por no haber obtenido nota suficiente en los exámenes sufridos anteriormente. Andrés no se enmienda, sigue siendo tan mal estudiante como siempre.
En noviembre, Álvaro comienza su permiso reglamentario y, cuando lo concluye, ya en enero del 44, marcha a Marín por haber sido aprobada su petición para efectuar el curso de artillería de tiro naval, tal como le aconsejó el comandante Calderón. En el último trimestre del 44, por fin consigue lo que buscaba: ser admitido en un curso de la Armada a realizar en Madrid, pues es nombrado alumno para el ingreso en el Cuerpo facultativo de armas navales y, en cumplimiento de dicha orden, en enero del 45 desembarca del destructor Escaño e ingresa en la Escuela superior de Armas Navales, sita en la calle Arturo Soria, 287, de Madrid. El primer curso termina en julio; quince días antes de acabarlo asciende a capitán de corbeta, a partir de ahora los oficiales, suboficiales y marinería se dirigirán a él como mi comandante. Durante el segundo curso, que dura del 15 de agosto al 20 de diciembre, realiza un viaje de prácticas, visitando los Altos Hornos de Vizcaya, la fábrica de Wilcox y Salaberría, la fábrica de explosivos de Galdácano y la Duro-Felguera.
En el escenario bélico, durante la primavera del 44, los Aliados han completado las preparaciones para la invasión de Francia. Se han reunido unos dos millones de hombres, entre estadounidenses, británicos, canadienses, franceses libres y polacos. Al mando figura el general norteamericano Dwight D. Eisenhower. Entre tanto, en el frente del Pacífico, los submarinos y aviones aliados atacan a la marina mercante japonesa y privan a su industria de las materias primas, por cuya obtención el imperio japonés ha ido a la guerra. Los Estados Unidos atacan Iwo Jima y, tras duros y prolongados combates, los marines conquistan la isla y sus dos campos de aviación desde los que podrán atacar Japón.
En junio del 44 se produce una acción que resulta ser decisiva en el devenir de la guerra. El día 6, que pasará a la historia bélica como el día D, los Aliados llevan a cabo la Operación Overlord, consistente en un gran desembarco en las playas de Normandía. Los estadounidenses sufren fuertes pérdidas en la playa de Omaha, sin embargo, al final del primer día han alcanzado muchos de sus objetivos, pues Hitler creía que los desembarcos eran una distracción y el Alto Mando alemán tarda tres días en darse cuenta de que el desembarco en Normandía no era una añagaza. Los Aliados avanzan 1000 kilómetros en dos semanas, y la capital francesa es liberada el 25 de agosto.
Ajenos a las consecuencias del día D, en Madrid los Carreño andan buscando el traspaso de una nueva farmacia para Ángela. Una vez más se topan con el problema de que, al pretender una farmacia que sea céntrica, no es fácil encontrarla. A principios de junio, encuentran una que responde a sus expectativas. Está ubicada en pleno centro de Madrid, en la calle Virgen de los Peligros, 4, que es una pequeña vía urbana que discurre entre Alcalá y Caballero de Gracia, prolongándose por la calle del Clavel hasta la Gran Vía. El mayor problema que tiene es que casi enfrente, en el 11, está otra botica que se anuncia con el rimbombante nombre de Farmacia Internacional. Lo que provoca una controversia entre los Carreño, unos hermanos se inclinan por comprarla, mientras otros creen que es un mal negocio. Entre estos se encuentran Jesús, Eloísa y la propia Ángela. Entre los que quieren adquirirla, está Julián que solo cuenta con la ayuda de Concha, cuyo peso en la familia es más bien liviano.
-Tened en cuenta que, por mucho que haya ayudado en la farmacia de Gran Vía, va a ser mi primera experiencia profesional y dudo ser capaz de soportar la rivalidad con la otra farmacia cuyo titular lleva un montón de años al frente de la misma – Ángela justifica así su voto negativo.
Julián requiere la opinión del resto de hermanos que no están en Madrid. La primera que contesta es Pilar que no duda en alinearse con Julián y cuando Jesús le explica la negativa de Ángela, que será la titular, Pilar les ofrece una salida en la que no habían pensado.
-¿Y por qué Ángela ha de ser forzosamente la titular? Podéis hacer lo siguiente: tú te quedas de titular en Gran Vía, Ángela que se haga cargo de San Bernardo y mi título usarlo para Peligros.
-¿Y crees que Julián, que ya conoce a la clientela de San Bernardo, se avendrá a ir a Peligros?
-¿Se lo habéis preguntado?, ¿no?, pásame con él, por favor.
Tras un breve diálogo, Pilar convence a Julián de que, con la experiencia que tiene acumulada, es el más indicado para hacerse cargo de la farmacia de Peligros. Aun así, los que se oponen a la compra continúan sin dar su brazo a torcer. Visto lo cual, esperan a que los marinos den su opinión. Tanto Andrés como Froilán se abstienen de opinar, lo dejan en manos de lo que decida el primogénito. Cuando desde Marín llega la opinión de Álvaro sobre la compra de la nueva farmacia se resuelve el dilema en un visto y no visto.
-No quiero discusiones, la propuesta de Pilar me parece la más inteligente, en consecuencia, compradla y a su frente que se ponga Julián -Parafraseando la coloquial expresión: lo dijo Blas, punto redondo; para los Carreño es lo dijo Álvaro, punto final.
El
año 45, tras comprar la tercera de las farmacias, y por consejo de Luis Verdú,
los Carreño deciden poner algo más de orden en el follón que tienen con los
títulos. En la farmacia de Gran Vía, que todavía sigue a nombre de Pilar y tras
una compraventa ficticia, queda como titular Jesús; la de San Bernardo, cuyo
titular era Jesús, la ponen a nombre de Ángela; y finalmente, la de la calle Peligros
funcionará con el título de Pilar, aunque será regentada por Julián. Este ha
tenido la fortuna de contratar a un mancebo, llamado Nicolás, que se revela
como un dependiente con una extraordinaria habilidad elaborando fórmulas
magistrales, por lo que la mayoría de las fórmulas que recetan los médicos del
distrito Centro terminan en la farmacia del número 4 de Peligros.
PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 97. La perfumería de Gran Vía
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