Para los integrantes del clan Carreño, el año 1941 les depara diversas situaciones. Álvaro sigue embarcado en el minador Júpiter cuya zona de acción es el Mediterráneo, hasta que por Orden Ministerial de 1 de enero de 1941 es destinado al destructor Almirante Miranda de la segunda flotilla de destructores con base en Porto Pi. Dada su especialidad de artillero, dirige diversos ejercicios de tiro en aguas mallorquinas, hasta que, por orden de la Comandancia General, el 10 de marzo desembarca del Miranda y queda provisionalmente adscrito a la base de Cartagena. Casi un mes después llama a los suyos.
-Acabo de recibir una orden del jefe de la segunda flotilla de destructores, el 15 de abril voy destinado al destructor José Luis Díez al que, por cierto, en la guerra llamaban Pepe el del puerto por lo poco que salía de su amarradero a enfrentarse con nuestros buques.
Julián, a quien la familia ha puesto al frente de la segunda farmacia, sita en San Bernardo 60, está más que encantado con su nuevo trabajo, en el que, como vaticinó, se desenvuelve sin problemas, de manera que la mayoría de los clientes están convencidos de que es el farmacéutico titular. Ha presentado a la familia a su novia, Carla, diminutivo de Carlota, bastante más joven que él y que, sin ser lo que se dice guapa, sí tiene el encanto de la juventud y de un cuerpo curvilíneo. A Julio la joven le parece excesivamente desenvuelta, pero la acepta sin pestañear pues se da cuenta de que su hijo está muy enamorado.
-¿Y para cuándo la boda? –les pregunta Jesús.
-Estamos pensando que para fin de año o principios del 42.
Jesús continúa en la farmacia de Gran Vía, y se está convirtiendo en uno de los pilares de la familia, ante la ausencia física de Álvaro y Pilar. En la verbena de la Pradera de San Isidro del pasado año conoció a una jovencita y en cuanto se vio reflejado en sus ojazos verdes se enamoró de ella. Se ha hecho socio del Atlético de Madrid y no se pierde ninguno de los partidos que los colchoneros, como se los apoda, juegan en el campo del Metropolitano. También le ha sacado el carné de socia a su novia Mercedes y van juntos a ver al club de sus amores.
-¿Contra quién jugáis el domingo? –les pregunta Julián.
-Contra los merengues. Esta vez nos los vamos a pasar por la piedra.
Andrés, de enero a junio del 41, ha realizado el primer curso en la ENM de San Fernando, en la que ha tenido clases de distintas materias, ejercicios militares y marineros, gimnasia y deportes. Asimismo, efectúa prácticas de navegación y maniobra en la flotilla de buques afecta a la Escuela. Examinado de las materias del curso, es aprobado, excepto de Física, de la que debe de sufrir un nuevo examen al terminar la reglamentaria licencia de verano. El 30 de julio se presenta en la Escuela, en la que se examina nuevamente de Física siendo considerado apto, pero en el segundo semestre del 41 suspende los exámenes semestrales por lo que ha de repetir curso siendo unido a la promoción siguiente, lo que provoca un gran disgusto en la familia pues es otro año que pierde.
Eloísa, a sus 27 años, tiene un pretendiente, un dependiente de una conocida joyería sita en Gran Vía, esquina Alcalá, que un día entró en la perfumería de Ramírez a por una colonia y salió prendado de la simpatía y desenvoltura de la joven encargada. El aspirante a novio, algo más joven que Eloísa, se comporta con ella como si fuese su novia del instituto: la manda versos, que Dios sabe de dónde los copia, notitas en las que le declara su amor, la espera a la salida de la tienda y le envía flores a menudo.
Concha, que sigue yendo todos los días a cuidar a tía Mechita, parece que no tiene ninguna prisa en emparejarse. Lleva una vida muy rutinaria y es poco dada a salir de casa. Los días de diario los pasa en casa de su tía, y los domingos y festivos apenas si sale de la casa familiar. Es muy religiosa y suele ser la que dirige el rezo de los rosarios familiares. Un día, Julián le dice en clave bromista:
-Hermanita, con la vida que llevas casi te valía meterte monja.
-Alguna vez lo he pensado –es su respuesta.
En cuanto Ángela, en el curso 40-41 ha aprobado segundo año de Farmacia y en la familia ya se comienza a hablar de si adquirir una tercera farmacia para poder sacarle provecho al título de la chica más pequeña de la familia.
-Si sigues tan estudiosa como hasta ahora, en cuanto acabes te vamos a comprar una farmacia –le promete su padre.
-La verdad, papá, es que me gustaría mucho, así podría ayudar a la familia.
-¡Así hablan los Carreño, hija!
En el escenario bélico, los soviéticos lanzan un ataque, en el verano del 41, contra el tercer Ejército Panzer. Hitler se ve en un dilema: sus generales quieren continuar hacia Moscú, pero en el sur sus ejércitos están atascados. Hitler es inflexible y desoye a sus generales: primero Ucrania, luego Moscú.
En septiembre, los alemanes ocupan Kiev. El Alto Mando alemán ordena un alto para reorganizarse. La pausa da tiempo a los soviéticos a mejorar la defensa, pese a ello, en diciembre los alemanes se encuentran a 25 kilómetros del Kremlin, pero su avance se ve frenado por las primeras tormentas del invierno. La falta de previsión de la Wehrmacht hace que los soldados no estén equipados para la guerra de invierno y las congelaciones y enfermedades causan más bajas que los propios combates. Los soviéticos lanzan un contraataque que hace retroceder a los alemanes más de 300 kilómetros. Como explica el siempre bien informado Valdés, el cambio de signo de la guerra tiene tres causas principales.
-Una es que los alemanes no descubrieron que los rusos tenían varios ejércitos vigilando su frontera este, pero que, al firmar con los japoneses el pacto de no agresión, han podido trasladar esas tropas al frente occidental. Otra que, cuando Alemania invadió la URSS, los rusos desmantelaron sus fábricas del oeste y se las llevaron más allá de los Urales donde han estado fabricando armamento sin que los germanos se enterasen. Y la última, pero decisiva, es que, como le ocurrió a Napoleón, les ha pillado el General Invierno y no estaban preparados para afrontarlo.
Todos
estos avatares bélicos no influyen para nada en la vida de los Carreño o, al
menos, eso parece. La familia sigue en pos de un aburguesamiento cada día más
consistente.
PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 90. Los Carreño van de boda