En una de sus últimas reuniones con los inspectores del Caso Inca, Grandal les sugirió que tendrían hablar con sus superiores. Deberían explicarles las muchas sospechas que tenían sobre que el Gobierno estaba ocultando información que podría ser decisiva para el esclarecimiento del caso. El problema que ahora se les plantea es doble: que mando escoger para que les escuche y qué contarle para que la acción no sea considerada como una falta grave contra el reglamento policial. Barajan muchos nombres que tras analizarlos han ido desechando. Al final se quedan con uno: el jefe de la Brigada del Patrimonio Histórico.
- En mi
opinión es el más indicado para entender y comprender nuestras razones. No solo
es quien mejor conoce la marcha de la investigación sino también el que será
capaz, dentro de su ámbito competencial, de romper una lanza por la misma y, de
paso, por nosotros – Atienza defiende con calor su propuesta.
- No discuto
lo que dices de tu jefe, el problema radica en que solo se moverá en su ámbito
competencial, y ese es el que todos sabemos, está circunscrito a un espacio muy
concreto, el del patrimonio histórico-artístico. Tu jefe tendría que saltarse
muchos peldaños para llegar hasta donde pajarean los fulanos que toman las
decisiones políticas. Creo que tendríamos que buscar en otros caladeros –
rebate Bernal.
- ¿Qué peldaños
tiene que saltarse? – quiere saber Blanchard.
- Pues mira,
por encima tiene al jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y
Violencia, quien depende del jefe de la Comisaría General de Policía Judicial,
el cual está subordinado al mandamás de la Dirección Adjunta Operativa, encima
del cual está el Director General de la Policía que es el que despacha
diariamente con el Secretario de Estado de Seguridad, quien por encima ya solo
tiene al Ministro. Todos los cargos citados, salvo los tres últimos, están
ocupados por comisarios principales; es decir, por profesionales – le explica
Bernal.
- Si te he
entendido bien, quiere decir que el jefe de la Brigada para llegar al primer
cargo político que, en definitiva, son los que toman las últimas decisiones,
tendría que saltarse tres peldaños jerárquicos – resume Blanchard.
- Exacto. Y
ya me dirás como un jefe de Brigada va a puentear a tres compañeros de cuerpo
que encima tienen un rango superior al suyo. Lo que dije: hay que buscar en
otros caladeros – insiste Bernal.
- Dime en
cuales – le reta Atienza.
- Ese es el
problema, no lo sé – admite el policía de la Judicial.
Y como no encuentran nada mejor, terminan
por aceptar la propuesta de Atienza. Joaquín Ramos, jefe de la Brigada del
Patrimonio Histórico, es un caso bastante insólito en el universo policial.
Tras ingresar en el cuerpo, estudió en la Universidad Nacional de Educación a
Distancia la carrera de Historia del Arte que siempre fue su auténtica
vocación. Como no podía ser de otra manera, terminó en la Brigada de la que
hace años es su jefe. Ramos escucha con suma atención la explicación de los
tres inspectores. Se le nota preocupado. Es consciente de que los tres policías
están ante un caso irresoluble si no se les ayuda, lo que para su Brigada sería
una mancha indeleble en su historial. Por eso, se decide a contarle al trío
algo que hasta el momento había callado.
- Os voy a
contar algo, pero con la exigencia de que no vais a repetir ni una sola palabra
y más que exigencia es una orden. Hace un par de semanas, tuvimos uno de los
encuentros periódicos que celebramos los compañeros que estamos al frente de
los distintos departamentos del Cuerpo. Generalmente, no solemos hablar del
trabajo, pero ese día no sé por qué alguien sacó a relucir el Caso Inca. Ante
mi sorpresa, dos de mis superiores inmediatos, el jefe de la UDEV y el de la
Comisaría General, mostraron sus reticencias ante lo que denominaron la falta de
interés del Secretario de Estado y del propio Ministro sobre la investigación
que estáis llevando a cabo. Algo que fue refrendado por Federico Carranza que,
como sabéis es el Director Adjunto Operativo. Ante la sorpresa general y la mía
en particular, el Director General, que ese día estaba invitado, no opinó nada.
La gente entendió el mensaje y se acabaron los comentarios. El silencio del
Director se interpretó de muy diversas formas: que si no le gustaba el tema,
que si con ello recordaba que en nuestros almuerzos no se habla de cuestiones
profesionales, que si patatín, que si patatán. Al marcharnos, compartí coche
con Carranza y me comentó que no sabía exactamente qué, pero que intuía que
algo raro pasaba con el Caso Inca. Opinión que le dije compartir. Y ahora me
venís con vuestras quejas. Como acabáis de oír no sois los únicos en sospechar
que aquí hay gato encerrado. Lo que no sabemos es qué clase de gato.
- Entonces,
jefe, ¿qué hacemos? – pregunta Atienza.
- Dadme unos
días para pensarlo. Haré unas cuantas llamadas y volveré a hablar con Carranza.
- ¿Me
permite, comisario, decir algo desde mi perspectiva de colaborador en el caso y
con la libertad que da no formar parte
de la policía española? – inquiere Blanchard que, ante el tácito beneplácito de
Ramos, prosigue -. Yo veo el robo del tesoro como un caso que lleva camino de
pasar al archivo de los delitos irresueltos. Lo que sería una afrenta, no ya para
la Brigada, también para toda la policía. Aparte de que no recuperar el tesoro
supone una ofensa para el conjunto de la sociedad española. Opino, y con esto
termino, que el Caso Inca debe ser resuelto usando los medios que sean
necesarios, aunque fuera bordeando la estricta legalidad.
- Alguna de
las cosas que has dicho, Blanchard, voy a darlas por no oídas, pero añadiré que
básicamente estoy de acuerdo contigo. Bien, como he dicho dadme unos días. A
través de Juan Carlos os tendré informado. Y gracias por vuestro tesón y
firmeza.
Pasan varias jornadas sin que Ramos les
llame a para contarles sus gestiones. Lo que hace que el trío de inspectores se
vayan poniendo nerviosos. No hacen más que repasar sus notas y debaten hasta la
extenuación todas las hipótesis que han ido barajando. Una de esas mañanas en
las que terminan hastiados de confrontar teorías, Atienza ve que tiene un
WhatsApp de Pérez Recarte, su compañero de promoción que trabaja en el CNI. El
mensaje es breve: ¿Cuando tomamos un Moka? La escueta nota es, en realidad, una
contraseña entre ambos amigos. Lo que viene a decir es que han de hablar cuanto
antes. Ese mismo día Atienza y Pérez hacen realidad una parte del mensaje:
toman café en el domicilio del último. Tras servirles la infusión la esposa de
Pérez les deja.
- Salgo a
recoger a los niños. Hasta luego.
En cuanto se quedan solos, Pérez no se anda
con rodeos, ataca directamente el motivo por el que ha citado a su amigo.
- ¿Tú qué
sabes de las conversaciones de La Habana?
- ¿Las
conversaciones de La Habana? – pregunta sorprendido Atienza -. No sé a qué te
refieres.
- Sí,
hombre, las conversaciones que están sosteniendo en Cuba el Gobierno colombiano
y las guerrillas de las FARC para terminar con una lucha que dura ya más de
medio siglo.
- Ah, eso.
Pues sé lo que leo en la prensa y lo que cuentan los telediarios, pero poco
más. Cómo comprenderás esa es una cuestión que está muy lejos de mis tareas y
de mis problemas que no son pocos precisamente.
- Te resumo
la cuestión: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, más conocidas por
su sigla FARC, son un grupo guerrillero de extrema izquierda que se
autoproclama marxista-leninista y que operan desde mil novecientos sesenta y
cuatro en gran parte del territorio colombiano y en la zona fronteriza con
Venezuela. Internacionalmente es considerado como un grupo terrorista. Desde la
década de los ochenta se nutren en buena medida del narcotráfico para mantener
su aparato militar y comprar armamento. Hace cuatro años que ambas partes
mantienen conversaciones en La Habana, auspiciadas por el gobierno cubano, para
conseguir el cese temporal pero indefinido de acciones militares de ambos
bandos, la desmovilización, entrega de armas y reinserción de los militantes
del grupo guerrillero. El actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos,
está decidido a conseguir el acuerdo de paz con las FARC y para ello ha pedido
la colaboración internacional. Nuestro gobierno apoya plenamente al gobierno
colombiano en ese empeño en conseguir la paz – al llegar aquí, Pérez se toma un
respiro que aprovecha Atienza para meter baza.
- Bien, ya
estoy al día de la lucha entre las FARC y el gobierno colombiano y de las
conversaciones de La Habana. Ahora la pregunta: ¿y por qué me cuentas todo eso?
- Esa es la
segunda parte. Presta atención.