- Estamos de acuerdo con tu sugerencia. ¿Cuándo podemos
charlar con esa pareja?
- Ahora mismo, si queréis. Sé dónde encontrarles. Mientras
os tomáis algo en la cafetería de la esquina voy a llamarles.
Badenes llama
primero a Arbós, está en Valencia y no volverá hasta media tarde. Le hace un
somero resumen del motivo de la reunión y le insiste en que, en principio, no
es imprescindible su asistencia, que ya se encarga él de velar por sus
intereses. Le mantendrá informado. Llama a Garcés y le insta a que se acerque
inmediatamente.
- Están los promotores esperándonos en la cafetería de la
Rubia. En principio les he convencido de que ARBOGAR sea su referente local.
Ahora te toca a ti rematar la faena. He llamado a José Ramón, que está en
Valencia, le he dicho que no es necesario que venga, que ya le informaremos. En
cuanto a nuestro acuerdo privado sigue en pie, por descontado.
Tras presentar a Garcés, Badenes excusa la
ausencia de Arbós. La impresión que causa Amador en los constructores es positiva.
Parece ser tal como lo ha pintado Badenes: un individuo cauto, que escucha más
que habla, que sabe cuál es su sitio y qué se espera de él. Rápidamente llegan
a un acuerdo a falta de concretar un puñado de flecos y firmar el
correspondiente contrato. La primera operación consistirá en que ARBOGAR monte
un equipo de agentes de la propiedad, a ser posible de la localidad, que se
dedicarán a comprar fincas rústicas que respondan a una serie de parámetros: que
estén ubicadas cerca de la costa, que tengan fácil acceso y cuanto más grandes
sean mejor. Al mismo tiempo, tendrán que maniobrar ante el Ayuntamiento para
conseguir que se modifique el Plan General de Ordenación Urbana y lo que ahora
es suelo rústico recalificarlo como urbano.
Garcés interrumpe la exposición que están
haciendo los constructores con una información que desconocen:
- Senillar no tiene PGOU.
- ¡Vaya, eso si que es toda una novedad! Debe de ser uno de los contados pueblos de la comarca que no cuenta con un Plan de Ordenación Urbana. ¿Y a qué se debe esa rareza? - indaga Cardona.
- Hace muchos años - explica Garcés - se intentó elaborar un PGOU, pero el Ayuntamiento fue incapaz de aprobarlo. Desde aquellos días el urbanismo funciona en Senillar con las Normas Subsidiarias de 1987.
- Bueno, eso tiene
una parte buena y otra mala – opina Cardona -. Trataremos de sacar partido de
lo que sea más aprovechable de la normativa del 87, pero para llevar adelante
nuestros proyectos, que son a largo plazo, tendréis que ponerles las
pilas a vuestros regidores y convencerles de que es de todo punto
imprescindible que Senillar apruebe su Plan.
- Tendremos que ser muy persuasivos – apostilla Garcés en un
comentario que más parece una reflexión para sí que para sus interlocutores.
- No creo que os resulte tan complicado. Te voy a dar
algunos argumentos para que vayas soltándolos en la trastienda del Ayuntamiento
y allí donde se cuezan los guisos del poder local. Uno, muy retórico pero
efectivo, es plantear preguntas del siguiente tenor: ¿por qué Senillar perdió
el tren del desarrollo?, ¿por qué los municipios vecinos han crecido tanto y
nuestro pueblo lleva toda la vida estancado?, ¿por qué se han hecho ricos los
habitantes de Albalat y Benialcaide mientras aquí nos contentamos con que
nuestras muchachas se desplacen a ambas localidades para hacer de asistentas? Y
de esa guisa podéis plantear un montón de preguntas cuya respuesta es la misma.
Porque no tenemos un modelo de desarrollo, porque no tenemos terrenos donde
ubicar zonas industriales o residenciales. Cuando tengamos un Plan habremos
puesto a nuestro pueblo en las vías del crecimiento. El PGOU es vital para el
desarrollo del pueblo y para asegurar el futuro de nuestros hijos.
- Y a todo esto, Amador, ¿qué pasa con tu socio en ARBOGAR?,
¿va a estar de acuerdo con lo tratado? Lo digo porque si va a poner el menor
reparo, mejor será que te olvides de esa empresa, en la que en definitiva eres
minoritario, y que montes otra por tu cuenta – sugiere Bricart siempre
desconfiado.
- No os preocupéis, por parte de Arbós os garantizo que no
habrá una sola pega, de eso me ocupo yo. Y... si la hubiera, que no creo,
tendría en cuenta tu sugerencia – Es la respuesta de Garcés.
Después de la
fructífera entrevista con los consejeros de BACHSA, Badenes y Garcés se
felicitan por el resultado obtenido.
- Me parece, Amador, que hoy es el inicio de la mejor etapa
de tu vida, al menos en el aspecto profesional. Si este proyecto sale
medianamente bien te vas a forrar.
- Bueno, bueno, menos lobos. Por el momento, no hay más que palabras, aunque reconozco que
suenan francamente bien. Lo de que me voy a forrar habrá que verlo y, si es
así, tendrás que decir que lo haremos ambos y encima tú sin invertir una peseta.
Por cierto, lo último que ha dicho Bricart me da qué pensar, eso de
independizarme me tienta.
- No creo que sea buena idea, Amador. Sé que eres
perfectamente capaz de llevar este negocio tú solito, pero piensa que resta
poco tiempo para las elecciones. ¿Qué pasará si tu partido, por una de aquellas
carambolas que a veces se da en la política, queda en la oposición? La
respuesta la conoces mejor que yo, Javier Blasco no te puede ver ni en pintura,
no sólo él sino muchos otros del PP. Tu capacidad de maniobra será muy
limitada. Llegado ese momento, el concurso de Arbós será imprescindible. No
sólo le necesitamos para esa posible,
aunque no probable, contingencia, también es indispensable para impresionar
favorablemente a mucha gente. No tengo que recordarte el peso que tiene el
apellido Arbós en el pueblo.
- Sí, posiblemente tengas razón. Y puestos en esa vía en
cuanto llegue a casa voy a llamar a José Ramón para contarle el asunto.
- Sí, claro…, aunque pensándolo mejor creo que será más
eficaz que no le digas nada por teléfono. Ya sabes cómo es tu socio, no se
distingue precisamente por saber escuchar. Opino que lo mejor será reunirnos en
cuanto vuelva de Valencia. Entre los dos, y hablando cara a cara, estoy seguro
de que le convenceremos fácilmente y no pondrá ningún reparo.
Apenas llega a su
oficina, es Badenes quien se apresura a llamar a Arbós:
- José Ramón, acabo de despedir a los constructores y me
complace decirte que tengo excelentes noticias para ti. En la conversación
también ha estado Garcés y hemos quedado en reunirnos contigo en cuanto
llegues. Ahora bien, creo que es imprescindible que, antes de la reunión a tres
bandas, hablemos ambos en petit
comité. Algunas de las cosas que quiero contarte estimo que es mejor que no las
sepa tu socio. Ya conoces a Garcés, es un buen tipo y más listo que el hambre,
pero siempre quiere acapararlo todo. Además, hemos de dar los últimos toques a
nuestra propia empresa, ha llegado la hora de que comencemos a comprar fincas.
- Entonces, ¿ha llegado la hora?
- Ha llegado y nos vamos a forrar, José Ramón, nos vamos a
forrar.