Este blog contiene las novelas de Zacarías Ramo Traver. Un octogenario que no escribe por fama ni dinero, sino contra la soledad. Contiene: “Las dos guerras de Aurelio Ríos”; “La pertinaz sequía”; “Apartamento con vistas al mar “; “Los Carreño. Julio y Julia”; “Los Carreño. Los hijos”; “Los Carreño. El yunque de las guerras”; “El robo del Tesoro Quimbaya”; “Una playa aparentemente tranquila” y “El masover”. Los martes se publica “El masover” y los viernes “Los Carreño. El yunque de las guerras”.
domingo, 29 de septiembre de 2013
EL BLOG SE INTERNACIONALIZA
viernes, 27 de septiembre de 2013
2.10. Una huida en toda regla
La confidencia de
una de las chicas de la pandilla de Lorena de que el forastero que les mira a
hurtadillas estudia para ingeniero provoca las risas de las muchachas, pero
también suscita su atención salvo la de Lorena que se muestra desdeñosa con el
presunto interés del muchacho por ella.
– Vaya muermo el sosaina ese. Lo que pasa es que sois unas
ansiosas y tú la que más – acusa Lorena dirigiéndose a Mariasun -. Chorbo que
pasa, chorbo que quieres ligártelo. ¿Pues sabes qué?, te lo regalo enterito –
afirma displicente.
- ¿De verdad no te importa que me lo ligue? – La petición
suena medio en serio medio en broma.
- Todo para ti, aunque no creo que consigas mucho de ese
lelo. Yo tenía la impresión de que los tíos de la capital eran más echaos pa lante,
pero se ve que hay de todo y éste es más parao que el quiosco del paseo.
- Será todo lo parao que tú quieras, pero a un tío hay mil
formas de ponerlo en marcha y yo me sé unas cuantas. Ya veréis como me lo ligo en
nada. Y lo voy a tener como un corderito. Nos vamos a divertir mogollón –
asegura Mariasun muy convencida.
Ajeno a que ha
pasado a ser objeto de envite, Sergio sigue echando miradas por encima del
libro que simula leer. De pronto, algo se interpone entre él y un sol que hoy
aprieta de lo lindo. Levanta la vista. Es una jovencita llamativamente
curvilínea que luce un minúsculo bikini que deja poco trabajo a la imaginación.
- Hola. Me han dicho que eres de Madrid, ¿es cierto? –
pregunta la muchacha con desparpajo y una sonrisa por bandera.
- Siii – contesta bastante sorprendido.
- Verás, te lo pregunto porque igual me voy a trabajar a la
capital ¿Te importa que me siente? – La jovencita sin esperar respuesta alguna
se acomoda a su lado -. Pues lo que te contaba. No conozco nada de los Madriles
y me he dicho: a lo mejor ese chico que parece tan molón me puede contar cosas
de allí. Creo que hay mogollón de movida. ¿Por qué barrios hay más discos para
mover el esqueleto? Tú tienes pinta de sabértelos todos. Me han contado que hay
un barrio que se llama Malasaña donde la movida no para en toda la noche. También
me han dicho que…
Sergio se siente un
tanto sobrepasado ante la verborrea de la chica, que es que no para. Piensa que
si es que va a Madrid a trabajar sorprendentemente sólo le formula preguntas
sobre la movida, lugares de ocio y discotecas donde mover el esqueleto como
repite una y otra vez. Todo ello acompañado por una mímica peculiar y una
sonrisa deslumbrante, aunque lo que pone al muchacho un tanto nervioso es que
está continuamente subiéndose uno de los tirantes de la parte superior del
bikini que muestra una terca tendencia a bajarse. Aprovecha una pausa en la
perorata de la muchacha para soltarle:
- Creo que no voy poder darte muchas pistas sobre lo que
preguntas. Yo estudio y salgo poco y menos por la noche. A mis padres no les
gusta que llegue tarde a casa.
La respuesta no
parece desanimar a la joven que prosigue su charla:
- Ay, no te lo he dicho. Me llamo María Asunción, pero los
amigos me dicen Mariasun. ¿Tú cómo te llamas?
- Sergio.
- Un nombre de lo más guay. ¿Te gusta mover el esqueleto,
tío? Te lo pregunto porque esta noche tenemos un bailongo en la parte de atrás
del bar de la Chelo. ¿Sabes dónde está? ¿No? ¿Tú conoces dónde comienza la
carretera de la playa? Pues es la penúltima casa del pueblo, bajando a la
izquierda. Ya verás el letrero, pone bar Solera. Entra y junto a la puerta de
los servicios hay una salida que da al patio trasero. Te espero. Sobre las once
más o menos. No me falles, eh.
Sergio no piensa aceptar
la invitación de Mariasun pues le parece que tiene la cabeza llena de pájaros,
aunque reconoce que está un rato buena. Luego se le ocurre que, a lo mejor,
también estará allí Lorena. Basta esa idea para que no lo dude, a la hora
convenida se acerca al bar y se encuentra con un grupo de gente de su edad que
más que bailar está haciendo el ganso y trasegando lo que parece tinto de
verano en vasos de plástico. En cuanto le ve entrar, Mariasun se lanza a por él
como si fuera su botín de guerra.
- ¡Qué guay, has venido! Ya creía que me ibas a dar plantón.
Que polo más mono llevas, me tienes que decir dónde lo has comprado. Ven,
prueba el brebaje que han preparado esos cafres y verás el subidón que te da.
El chico se echa al
coleto un trago de la bebida que resulta no ser lo que creía. De tinto de
verano nada. Le da un ataque de tos porque el chupito le está escociendo el
estómago.
- Ves lo que te decía, es una mezcla espantosa. Vamos a
mover el esqueleto.
- Yo… es que bailo muy mal – se excusa el muchacho que, una
vez que ha dejado de toser, ya ha localizado a Lorena.
- No te preocupes, aquí de lo que se trata es de divertirse
a tope y mantener el buen rollo.
La muchacha
arrastra a Sergio al centro de un mínimo cuadrado de cemento que sirve de pista
de baile. Le planta las dos manos en el cuello y comienza a charlar. No calla.
Plantea preguntas y antes de que el chico pueda contestarlas ya ha saltado a
otro asunto. Al cabo de un buen rato, la joven parece cansarse de la
cháchara, pero la actitud que adopta entonces aún pone más inquieto a Sergio.
Se le pega como una lapa, apoya su cabeza contra la suya y lo peor de todo es
que, sin ninguna clase de pudor, comienza a restregar su bajo vientre contra el
del muchacho. Su primera reacción es dejar de bailar con cualquier excusa, pero
antes de ser capaz de balbucear una disculpa inopinadamente su sexo responde al
roce. El sofocón que se lleva el muchacho es de órdago porque con el pantalón
de verano no hay manera de ocultar el bulto que muestra. Se impone seguir
bailando antes de que los demás se den cuenta de lo que le pasa y convertirse
en objeto del cachondeo generalizado. Mariasun, que sí se ha dado cuenta,
parece que se lo esté pasando en grande y cada vez se arrima más y se pone más
cariñosa.
El pobre Sergio
nunca había sentido tanta vergüenza. No se atreve a buscar con la mirada a
Lorena ni a mirar a nadie porque está convencido de que todos se han dado
cuenta de lo que ocurre y la rechifla debe ser generalizada. Hunde su cabeza en
el cuello de Mariasun que responde a su movimiento con unos mordisquitos en el
cuello que terminan por desquiciarlo del todo. En algún momento de lo que está
siendo un calvario llega a sospechar que puede eyacular en cualquier instante.
La presunción le parece tan definitivamente desastrosa que su organismo genera
una curiosa reacción. Paulatinamente, la erección va decreciendo hasta casi
desaparecer. Llegado a ese punto, decide no seguir tentando al diablo y, con la
excusa de que tiene que volver a casa porque ha de ayudar a su abuelo, sale disparado
del bar, sin mirar a derecha e izquierda. Es una huida en toda regla.
martes, 24 de septiembre de 2013
2.9. Hablando a calzón quitado
Los directivos que BACHSA ha
mandado a Senillar interrogan al director local de Cajaeuropa sobre quiénes
serían las personas más indicadas para convertirse en lobistas de la compañía
ante los políticos municipales, de cara al posible plan de urbanización de la
zona costera del pueblo.
- ¿Qué si existen personas capaces de influir decisivamente en los dos
partidos mayoritarios? – Pregunta retóricamente Badenes puesto que conoce de
antemano la respuesta -. Naturalmente que sí.
- Tendrán nombre y apellido – exige Bricart a quien comienzan a
molestarle las sinuosas explicaciones del bancario.
- Por supuesto. En el caso de los socialistas la persona a la que más
escuchan se llama Amador Garcés. Y entre los populares, quien maneja el cotarro
es José Ramón Arbós.
- Cuéntanos más cosas de esos tipos, pero quiero que seas sincero y, de
antemano, tienes mi palabra, nuestra palabra, de que lo que aquí digas aquí se
queda – asegura Huguet levantando la mano en señal de promesa.
- Hablaré a calzón quitado, y por ello os tomo la palabra de que nada de
lo que aquí se diga va a repetirse. Si se supiera poco menos que tendría que
irme del pueblo. Veréis…
Badenes calla por un momento
como para ordenar sus ideas.
- Lo primero que debéis saber es una curiosa anomalía que no creo que se
dé en muchos pueblos. Los dos hombres que acabo de citar, Arbós y Garcés, y que
son quienes manejan los hilos de los dos partidos mayoritarios, son socios.
Tienen una pequeña empresa que empezó comercializando productos agrícolas,
luego se dedicó a la construcción y a la compraventa de solares y fincas. En la
actualidad está prácticamente inactiva o, mejor dicho, en stand by. Arbós ejerce de capitalista pues tiene la mayoría de
acciones y Garcés es el socio industrial y, realmente, quien la maneja.
- ¡Coño. Esa sí que es buena! ¿Y
cómo se las arreglan para que siendo socios cada uno tire para un lado en
política? – pregunta Huguet extrañado.
- La explicación que suelen dar es que no mezclan la política con los
negocios. Sé que no es una justificación que suene muy convincente, pero la
gente la da como buena. Si escarbáramos un poco creo que encontraríamos a
muchos que no acaban de creérsela pero, de cara a la galería, todos o casi
todos dicen amén. En esta situación, que casi parece un vodevil político, tiene
mucho que ver el hecho de que Arbós pertenece a la familia más rica e
influyente del pueblo y que Garcés es hombre al que se le teme por su energía,
su capacidad de intriga y, todo hay que decirlo, por la mala leche que
tiene.
- Si te entendí bien, quienes controlen a esa pareja tendrán en sus
manos a los que gobiernan el pueblo o lo puedan gobernar en el futuro – resume
Bricart.
- Yo no lo hubiese sintetizado mejor – le adula Badenes.
- ¿Y cómo podemos acceder a ese para de figuras? – inquiere Huguet.
- Eso corre de mi cuenta. Mantengo excelentes relaciones con ambos.
Ambos empresarios se miran y
Bricart hace un gesto a socio para que sea quien prosiga el interrogatorio.
- O sea, que ya conocemos a los que manejan el teatrillo, ahora nos
falta saber quiénes son los títeres; es decir, los que ponen la cara en las
elecciones. Cuéntanos algo de ellos – pide Huguet.
El director de la caja se toma
un tiempo para reordenar sus ideas.
- Empecemos por los socialistas que,
como os dije, son quienes gobiernan ahora y, presumiblemente, seguirán
haciéndolo en el futuro. Tienen como secretario general a Jaume Pellicer que es
el actual alcalde. Es maestro en el vecino pueblo de Albalat y, sin ser lo que
se dice rico, se bandea bastante bien. No es mala gente, aunque en mi opinión
resulta demasiado sectario. Pese a sus estudios de talento no anda muy
sobrado, aunque sí es bastante cazurro. Se apoya mucho en correligionarios como
Garcés. Sabe ganarse a la gente pues tiene una clara tendencia al populismo. Es
relativamente honesto. Personalmente opino que, posiblemente, porque hasta la
fecha no ha tenido ocasión de dejar de serlo. En cuanto al PP su presidente es
Javier Blasco. Es labrador y como su alter ego socialista sin ser rico tiene un
buen pasar. Es campechano, pero también algo cantamañanas. Yo creo que lo que
más le gusta es figurar, por eso está en política. Tiene escasa formación y no
es ningún lumbreras, pero se esfuerza en pisar el menor número posible de
callos, como se suele decir le gusta ir de bienqueda. Por otra parte, tiene el
suficiente sentido común para dejarse aconsejar por gente como Arbós y por
otros afiliados con la cabeza mejor amueblada que la suya.
El bancario hace una pequeña
pausa y retoma su explicación:
- Luego están los dos partidos nacionalistas, casi mejor podríamos
denominarlos partidillos por su escaso número de afiliados y simpatizantes,
pero que sacan el suficiente número de votos para desequilibrar la balanza
cuando PSOE y PP empatan a escaños. En primer lugar está Guillem Armengol, con
el que también habrá que tratar en su momento porque es el actual concejal de
urbanismo y quien da soporte a los socialistas para que sigan en la alcaldía.
Es el secretario general del UNES, siglas de Unió Nacionalista d´Esquerres
Senillenques. A nivel autonómico votan con el Bloc. Tiene un bar que, al menos
en teoría, es su principal fuente de ingresos. En cuanto a su formación sabe lo
que aprendió en la escuela del pueblo, pero es más listo que el hambre. Es
demagogo y siempre está presto a hacer favores. En los últimos años se ha
convertido, prácticamente, en un político profesional. Ha llegado a ser
diputado provincial. Y en los años que lleva en urbanismo ha acrecentado
notablemente su patrimonio.
Badenes hace una
pausa en su exposición como para estructurarla mejor y luego prosigue:
- Para concluir el relato tenemos a Nicolás Ribes,
presidente del Bloc d´Acció Nacionalista de Senillar o BANS. Son nuestros
nacionalistas de derechas. Ribes es gestor comercial, pero menos listo que
Armengol. Al menos no parece que haya amasado mucho dinero. Es presidente de la
comisión fallera del casco viejo del pueblo, del club local de fútbol y de la
peña del Valencia. Quizá sea un poco estirado y eso le resta popularidad. Es el
menos pragmático de los cuatro líderes que acabo de retratar.
- Y los dos correveidiles de antes, Arbós y Garcés, ¿también tienen
capacidad de influir en los nacionalistas? – quiere saber Huguet.
- Directamente, no, pero sí a través del correspondiente partido con el
que han de pactar sí quieren tocar poder. Arbós tiene mejores relaciones con
los del BANS que Garcés con los del UNES, pero como digo es a través de sus
propios partidos como llegan a influir en los nacionalistas.
- O sea, que a quienes tenemos que trabajar el hígado es a ese par de
lumbreras que has citado – sintetiza Bricart.
- Así es, pero como he dicho eso dejadlo de mi cuenta que sé dónde les
aprieta el zapato – se ofrece el bancario -. Si me dais vuestro visto bueno me
encargo de convencerles para que se pongan a vuestra disposición para todo
cuanto necesitéis y digo bien, para todo.
viernes, 20 de septiembre de 2013
2.8. Mirando a hurtadillas
Mientras los
miembros del directorio de BACHSA se interesan por los intríngulis de la
política local de Senillar, en su casi desierta playa Sergio no para de mirar a
hurtadillas a la muchacha. La descubrió al final del pasado verano y, no sabe muy
bien por qué, pero le encandiló desde el primer momento; verdaderamente, más
que encandilarle piensa que debería utilizar otro verbo, pero no sabe cuál. Lo
que intuye es que sobran las explicaciones pues cuando la ve una especie de
hormigueo le baila por el cuerpo y nota como el corazón acelera sus latidos.
Evidentemente le gusta, eso está fuera de toda duda. Bastantes veces pensó
acercársele y decirle algo, invitarla a un helado o sacarla a bailar en las
fiestas del pueblo, mas antes de reunir el valor necesario para abordarla ya se
habían terminado las vacaciones. Se volvió a Madrid maldiciéndose por ser tan
tímido y no haber tenido el arrojo suficiente para acercarse a la muchacha.
Cuando reveló los
carretes de las fotos tomadas durante el verano se encontró con la inesperada y
agradable sorpresa de que en una de ellas, tomada en la playa, aparecía en el
fondo un grupo sentado en la arena y, ¡milagro!, una de las chicas del grupo
era ella. La alegría tuvo un
contrapunto amargo cuando se fijó en que parecía muy amartelada con el chico
que estaba a su lado. Trabajó el cliché con el photoshop y consiguió aislar su cara aunque quedó un tanto borrosa.
La ha tenido pinchada en el corcho de su habitación durante todo el curso y se
la sabe de memoria: rostro ovalado, ojos de azabache, cejas perfiladas, labios
prometedoramente carnosos, barbilla redondeada, todo ello enmarcado por una
espléndida melena negra que en la playa solía recoger en una improvisada cola
de caballo. Reconoce que no es la más bonita del mundo, pero tiene algo que le
pone como no había conseguido hasta ahora ninguna de las chicas a las que ha
conocido. Ni siquiera Maripili.
No llegó a entablar
relación con la muchacha, pero sí se enteró de algunas cosas preguntando
discretamente a uno de sus contados conocidos del pueblo. Se llama Lorena, se
apellida Vercher y es natural del pueblo. Tiene su misma edad. Trabajó en un
chiringuito playero de Benialcaide, luego estuvo de aprendiza en una peluquería
de Albalat del Mar, pero lo ha dejado porque quiere ser estiticién, aunque su
informador no sabe si estudia para ello. Y lo que más le jeringa es que sale
con un chico del pueblo, el que estaba a su lado en la foto. No ha podido
enterarse si continúan o lo han dejado. Y que hay más tíos a los que no les
importaría salir con ella porque está muy buena. Esto último – piensa Sergio –
se lo podría haber ahorrado su informante. Le gustaría conocerla y más aún
ligársela, algo que sabe que no le resultará fácil porque es consciente de que su
experiencia con el sexo contrario no es que sea muy intensa. Su romance con
Maripili, ahora lo sabe, no fue más que una nube pasajera.
Este verano Sergio
sigue con las mismas, se conforma con mirarla a hurtadillas pero no se atreve a
más. Las miraditas de Sergio, por insistentes, no han pasado desapercibidas ni
a Lorena ni a sus amigas, que le toman el pelo con el chiquilicuatre que parece
comérsela con los ojos, pero que de ahí no pasa. Las muchachas, acostumbradas a
las expeditivas maneras de actuar de los mozos del pueblo, gastan mil y una
bromas sobre la escasa capacidad resolutiva del muchacho.
- El guayabete ese no deja de mirarte, Loren, pero ahí se le
acaban los arrestos. Es más parao que un campanario – sentencia una.
- Pues a mí me mola, no me importaría ligármelo. Está de
toma pan y moja – comenta otra.
- Psé. No está mal – admite la concernida -, pero es un lelo
de mucho cuidado. Tiene menos reprís que un vespino. Cualquier chorbo del
pueblo ya habría intentado ponerme los puntos.
- Bueno, Loren, tú es que estás acostumbrada a los arreones
que te mete el Maxi y a su lado cualquiera te parecerá un corderito. Y hablando
de Maxi, ¿qué sabes de él? Dónde se ha metido que hace semanas que no le veo –
pregunta una tercera.
- A su empresa le salió una contrata para construir un hotel
en Fuengirola y estará allí unos meses hasta que lo terminen. Estoy de él y de
sus jefes hasta los ovarios, se pasa más tiempo fuera que aquí.
El chico sigue
mirando a las muchachas con el mayor disimulo posible, pero cada vez que lo
cazan atisbándolas vuelve la cabeza inmediatamente. Se dice a sí mismo que lo
de ser tan tímido no le lleva a ninguna parte, que lo que debería hacer, al
menos, es sostener la mirada, pero cuando ve los ojos de las chicas fijos en
él, sobre todo cuando la que le mira es Lorena, su reacción instintiva es mirar
a otra parte. La pandilla de las mozas, a falta de mejor tema, comenta una y
otra vez el poco empuje que tiene el forastero.
- Volviendo al parao que se te come con los ojos, yo de ti
me lo ligaría porque comparado con el percal que hay por aquí éste parece Tom
Cruise. Además, no te vendría mal un cambio porque el Maxi será un sietemachos,
pero es más basto que unas bragas de esparto.
- Tú mucho rajar, Anabelén, pero consejos vendo que para mí
no tengo. En vez de aconsejar, ¿por qué no te lo ligas? – inquiere, en un tono
desdeñoso, Lorena.
- Porque no es a mí a quien no le quita ojo. Si lo hiciera
le habría echado morro y a estas horas ya me lo habría llevado al huerto. Y
puede ser un buen chollo. Sé más cosas de él.
- Cuenta, hija, cuenta – reclaman todas a coro.
- Me lo ha dicho mi tía Eugenia. Es nieto del señor Andrés Roca
el Punchent. Una de sus hijas, Lola se llama, casó con un tío de Madrid y ese
pibe es su hijo. Los padres del chico solían pasar las vacaciones en
Benialcaide, pero como el año pasado su abuelo enviudó ahora las pasan con él.
- ¿Ya está, eso es todo lo que sabes del chorbo? – pregunta desdeñosamente
Lorena.
- Falta lo mejor. Se llama Sergio y estudia o va a estudiar
para ingeniero.
- ¡Qué chollo, un ingeniero! – exclama otra -. Oye, Loren,
si a ti no te mola ese pastelito, voy a ver si le echo los tejos. Porque entre
acabar trabajando en un hotel de Albalat y pillar a un ingeniero no hay color.
- Y que lo digas, Mariasun, ¡quién lo pillara! – exclama
Anabelén.
- Irá para ingeniero, pero es más parao que un ninot –
apostilla una desdeñosa Lorena para terminar añadiendo -. Con ese no salía yo
ni aunque me lo ordenara la Guardia Civil.
martes, 17 de septiembre de 2013
2.7. ¿Esos mirlos blancos existen?
El consejo de
administración de BACHSA ha enviado a Senillar a dos de sus directivos, Oriol
Bricart y Rodrigo Huguet, acompañados por un arquitecto. La finalidad del viaje
es ponerse en contacto con el director de la sucursal local de Cajaeuropa, un
tal Agustín Badenes, y ver in situ la costa.
- Don Oriol, don Rodrigo, encantado, les estaba esperando –
El responsable de la caja se deshace en mieles.
- Nada de don, Oriol y Rodrigo a secas – requiere Bricart -.
Te presento a Manolo Toresano, arquitecto y, lo que es más importante, amigo.
Espero que si terminamos trabajando en el pueblo también podamos contar con tu
amistad, para nosotros cuenta más que los negocios – Y dirigiéndose al
arquitecto pregunta -. Manolo, ¿por dónde empezamos?
- Creo que lo mejor será conocer la playa y el marjal.
La playa es una
franja en la que alternan la arena y los cantos rodados, de poco más de un par
de kilómetros en total y con una anchura entre quince y sesenta metros. En los
extremos está coronada por un pequeño cordón dunar de cantos rodados.
- Oriol, playas como ésta hay mil – es lo primero que se le
ocurre a Huguet.
- Sí pero que tengan terreno disponible no tantas. Creo que
tiene posibilidades, aunque verdaderamente los del departamento de marketing tendrán
que hacer virguerías para darla a conocer y no resultará fácil ni barato –
comenta Bricart y, dirigiéndose a su cicerone, pide -. Vamos a ver el marjal.
Unos caminos de
tierra polvorienta les llevan al marjal, una antigua albufera que ha devenido
en una zona húmeda litoral separada del mar por un cordón de gravas y cantos rodados,
con algunas zonas de playa arenosa.
- Este paraje, desde una perspectiva urbanística, tiene una
enorme capacidad de desarrollo, Oriol. Infinitamente mucho más que la playa –
opina el arquitecto y añade -. Sólo de imaginar lo que sería diseñar un puerto
interior me pone.
- No vendamos la piel del oso antes de cazarlo, Manolo.
Previamente a gastar un duro habrá que hacer muchos números, hablar con mucha
gente y estudiar todos los detalles a fondo. Badenes, ¿el marjal son campos
comunales o pertenecen a particulares? – se interesa Bricart.
- Un cuarenta por ciento, aproximadamente, es propiedad
municipal y el resto de particulares, casi todos gente de Senillar.
Los empresarios
estiman que ya se han hecho una idea global del territorio y deciden indagar
sobre otras cuestiones:
- Cambiando de tercio, nos ha dicho Moltó que te llevas bien
con los del Ayuntamiento... – Huguet deja el final de la frase en el aire.
- Me llevo estupendamente con todos, con los que mandan y
con los que están en la oposición, eso va con mi oficio. Un banquero no debe de
cerrarse a ningún potencial cliente, así que le pongo buena cara a todo el
mundo, incluso a los que no son clientes y, en especial, a los políticos.
- Si al final decidimos edificar aquí, Badenes, ¿con quién
tendríamos que hablar? Me refiero a los que tengan la sartén por el mango, no a
los que parece que mandan y a la hora de la verdad no son los que tienen la
última palabra – precisa Bicart.
- Pues depende de vuestros planes. En este momento, el
Ayuntamiento está gobernado por una coalición del PSOE y los nacionalistas de
izquierdas. El alcalde se llama Jaume Pellicer, secretario general de los
socialistas y entre cuyos amigos me cuento. He de añadir, para que no haya
malos entendidos, que también soy amigo de Javier Blasco, que es el presidente
de los populares. O sea que en este momento tendríais que negociar con los
socialistas, al menos teóricamente.
- ¿Y qué pasará si en las elecciones del noventa y cinco no
gana el PSOE? – quiere saber Huguet.
- Lo más probable es que gane. Los socialistas llevan varias
legislaturas seguidas gobernando. Hasta la anterior habían tenido mayoría
absoluta y en la actual, que empataron con los populares, firmaron un pacto de
gobierno con los nacionalistas de izquierdas. Aunque en política, y más en la
municipal, nunca puedes estar seguro del resultado hasta que no se abren las urnas.
Los empresarios
esperan que el bancario continúe con sus explicaciones sobre la política local
y sus gerifaltes, pero se ha callado, por eso Bricart le insta:
- Antes has dicho que en este momento tendríamos que
negociar con los sociatas, y has añadido que al menos teóricamente, ¿qué has
querido decir con esa acotación?
- Ya veo, Oriol, que no se te escapa una – reconoce,
adulador, el bancario –
Sé que vuestra empresa es una de las constructoras más
importantes y está especializada en promocionar grandes proyectos, lo que
supone largos plazos de gestión. Por ese motivo opino que no os interesa tratar
directamente con las directivas de los partidos locales, ni con los que están gobernando
ahora o con los que puedan hacerlo en el futuro. ¿Por qué?, porque las
ejecutivas de los partidos son cambiantes, así como las listas de candidatos
que se presentan a las elecciones. Y se puede dar el caso de que las personas
con las que ahora habléis estén defenestradas en los próximos comicios. Aquí,
como en toda tierra de garbanzos, el canibalismo político está a la orden del
día.
- ¿Entonces con quién coño hablamos? – pregunta, desabrido,
Bricart.
- Considero que sería más efectivo ir por un vía indirecta,
quizá algo más lenta, pero también más segura, sobre todo a largo plazo.
- Explícate, Agustín, porque los acertijos se me dan muy mal
– inquiere un tanto molesto Bricart.
- Se trataría de buscar a aquellas personas que, sin estar
en las ejecutivas de ninguno de los dos partidos mayoritarios, tengan el
suficiente ascendiente en ambas fuerzas políticas para llevar el agua al molino
de vuestros intereses que, si no estoy mal informado, también serán los de la
caja. Personas que al no aspirar a estar en los órganos de dirección o en las
listas electorales no son vistas con recelo ni provocan animadversión.
- O sea, que lo que nos recomiendas es que busquemos a unos
lobistas o, por decirlo en lenguaje electoral, a unos muñidores de favores
políticos que estén bien posicionados con los respectivos partidos, pero no que
pertenezcan a sus cuadros directivos. ¿No es eso? – precisa Huguet.
- Yo no lo hubiese resumido mejor – asevera el bancario, una
vez más adulador.
- ¿Una de esas personas podrías ser tú? – inquiere
maliciosamente Huguet.
- De ninguna manera. Tanto por el reglamento de régimen
interior de la caja como por convicción personal, estoy al margen de los
avatares políticos. Y aunque trato continuamente con los políticos jamás meto
mis narices en sus asuntos.
- Entonces, ¿esos mirlos blancos existen o no?, y si
existen, ¿dónde los encontraremos? - pregunta un escéptico Bricart.
viernes, 13 de septiembre de 2013
2.6. ¡Mi hijo, ingeniero!
Ha terminado el
curso 1992-93 y Sergio Martín, casi ya mayor de edad, enseña las notas finales
a su padre como si la cosa no fuera con él, pero un aire de orgullo trasciende
a su pose de que las calificaciones obtenidas no tienen mayor importancia.
- ¡Enhorabuena, hijo. Vaya notazas! Lola, ven, mira que
calificaciones trae el chico.
La madre baja la
llama del gas y se acerca al comedor donde su marido está blandiendo el libro
de calificaciones de formación profesional como si ondease un victorioso
estandarte. La mujer repasa las notas, sus ojos brillan de satisfacción.
- ¡Qué orgullosa estoy de ti, hijo mío! A ver, nueve, otro nueve, ocho, aquí veo un cinco...
- Es del muermo de FOL que me
tiene manía – se justifica el chico.
- ¿Y eso qué es?
- La asignatura de formación y orientación laboral.
- ¿Y eso qué es?
- La asignatura de formación y orientación laboral.
- Y ahora, ¿qué título te corresponde con estos estudios?,
¿Ingeniero? - quiere saber la madre.
- No, mamá, el título es de técnico superior en la rama de
electrónica industrial.
- Técnico – repite la mujer con cierto tonillo de
desilusión.
El chaval, sin darse por aludido ante la
evidente decepción materna, termina por soltar todo cuanto quería decir a sus
progenitores:
- Precisamente de eso quería hablaros, de los estudios de
ingeniero. Me ha dicho don Javier, el director, que con mis notas está casi
seguro de que podría sacar la selectividad, aunque para electrónica la
Politécnica exige una nota de corte muy alta. Tendría la ventaja de que, en
caso de empate para la adjudicación de plazas, los que tenemos un título acorde
a las enseñanzas que deseamos cursar tendríamos preferencia para ingresar.
- No nos habías dicho nada de continuar estudios, hijo – se
duele el padre.
- Es que ni me lo había planteado, papá. Bastante tenía con
el marrón de tratar de aprobarlo todo en junio. Ha sido esta misma mañana. El
jefe de estudios y el director nos han llamado a unos cuantos al despacho y nos
han aconsejado presentarnos a las PAU para que, si las aprobamos, podamos pasar
a la universidad.
- ¿Qué es eso de las PAU?
- Perdona, mamá. Son las pruebas de acceso a la universidad.
Don Javier dice que es una oportunidad que no debemos perder y nos ha insistido
mucho en que sigamos adelante.
- ¡Mi hijo, ingeniero! – exclama emocionada la madre -. Casi
no me lo creo. Más de una y más de dos en el pueblo se van a poner verdes de
envidia cuando se enteren. La Encarna sin ir más lejos. Mucho presumir de
huertos y de pisos y de solares, pero sus chicos terminarán de
destripaterrones. Y en cambio, el hijo de Lola la Punchenta va a ir a la
universidad a estudiar para ingeniero ¡Nada menos! – La mujer desborda
satisfacción por todos sus poros.
- Lola, no te embales que te conozco – corta el marido -.
Hazme el favor de no hacer la paletada de presumir por el pueblo de que el
chico es ingeniero porque se te van a reír. Lo que nos está diciendo es que sus
profes opinan que podría continuar sus estudios. Nada más. ¿No es eso Sergio?
- Sí, papá. No es más que eso, una posibilidad. Que para
deciros toda la verdad no la tengo nada clara. Yo pensaba ponerme a trabajar y
así ganar mi propio dinero. Me gustaría comprarme un coche, hacer el interrail
con varios amigos, sacarme el abono del Aleti… Por otra parte, lo de poder
llegar a ingeniero también me tienta. Uno de mis compañeros de curso me ha
contado que su padre trabaja en una empresa de electrónica y dice que los
ingenieros ganan un montón de pasta. Y como hay pocos se colocan en seguida.
- Bueno, bueno, es una decisión que no debes de tomar a la
ligera. Lo de ir a la universidad me refiero. Voy a decirte algo que nunca te
comenté. A mí siempre me pesó que mi familia no pudiera darme estudios
superiores porque en casa de los abuelos el dinero siempre escaseó. Me tuve que
conformar con estudiar administrativo en Santa Ana y San Rafael donde aprendí
todo cuanto sé – El padre hace un inciso como para ordenar sus ideas -. Por eso
precisamente te matriculamos en Santa Ana cuando eras un mocoso, porque sabía
por experiencia que te iban a dar una excelente formación, mucho mejor que en
otros coles de postín – Hace otra pausa y retoma el hilo del discurso -. No es
que nademos en la abundancia, pero creo que podríamos permitirnos pagarte la
carrera de ingeniero. Ahora bien, si continuaras los estudios tendríamos que
olvidarnos de ese apartamento de Albalat del Mar que tu madre está empeñada en
comprar – El recadito queda claro a quién va dirigido.
- Lorenzo, haz el favor, no me cargues el mochuelo de que el
apartamento sólo es cosa mía. Lo hemos hablado muchas veces. Tú tienes tanta o
más ilusión que yo en tener un apartamento con vistas al mar. A mí no me
importa seguir pasando las vacaciones en el piso que alquilamos en Benialcaide,
como tampoco tengo ningún problema, ¡faltaría más!, en hacerlo en casa de mi
padre. Y ahora me sales con que el chico no va a poder ser ingeniero porque su
madre tiene el capricho de tener un apartamento en la playa. Pues sabes lo que
te digo, no seré yo la que ponga el menor impedimento para que el hijo de mis
entrañas llegue a lo más alto, a ingeniero o a más que eso – Lola se ha puesto
brava.
- Mamá, papá, por favor, no os peleéis. Sólo estamos
hablando de una mera posibilidad. Ya os he dicho que ni siquiera tengo claro si
me gustaría continuar estudiando. Lo tengo que volver a hablar con don Javier,
aunque ya sé lo que me va a decir: que mientras se tengan alas hay que volar. Lo
que ahora me apetece es irme al pueblo, con el abuelo, y disfrutar de unas
vacaciones que bien me las he ganado, aunque antes tendré que presentarme a la
maldita selectividad.
- ¡Mi hijo, ingeniero!
– musita la madre, oronda de orgullo, mientras vuelve a la cocina.
martes, 10 de septiembre de 2013
2.5. El bonus es la clave
En la reunión que mantienen el director
general adjunto de Cajaeuropa y algunos de los miembros del consejo de BACHSA,
la mención de Senillar ha supuesto toda una sorpresa para los empresarios.
- ¿Es el Senillar
que está entre Albalat y Benialcaide? – pregunta Cardona.
- Que yo sepa no hay otro. Tenéis que conocerlo – afirma el
banquero.
- Claro que conocemos la localidad – interviene Bricart -.
Si vas por la carretera de la costa has de cruzarla forzosamente, pero dudo que
ese pueblo pueda ser un filón de algo, está muerto; cuando lo atraviesas es
raro que llegues a cruzarte con alguien. A veces me da la impresión de que es
uno de esos poblados que salen en las películas del oeste en los que no se ve un
alma por las calles – El empresario remata su comentario con una risotada.
- Es que no se trataría de construir en el pueblo sino en la
costa. Tiene una pequeña playa con más guijarros que arena, pero que prácticamente
es virgen. Sólo hay un pequeño núcleo de edificaciones de tres al cuarto. Y
aparte de la playa, el resto del litoral que pertenece al término municipal del
pueblo está más limpio que una patena.
- Será un territorio virgen, pero es absolutamente desconocido.
¿Sabes lo que costaría ponerlo en el mercado? – Cardona echa su cuarto a
espadas.
- Sé que no será fácil, pero a tu pregunta contesto con otra
¿dónde encontraréis tanto terreno limítrofe con la costa que hoy por hoy se
pueda comprar con una inversión ridícula al ser todavía rústico?, decidme dónde
– reitera el banquero -. A ello hay que añadir que tiene una auténtica joya, una
zona de marjales en el que se podría construir un puerto deportivo interior y a
su alrededor una ciudad residencial, una especie de Ampuriabrava.
Bricart que, como
catalán, conoce bien el turístico paraje del golfo de Rosas, no puede contener
una exclamación:
- ¡Una nueva Ampuriabrava!
- Urbanizar un humedal podría tropezar con problemas
insolubles en la administración autonómica y, posiblemente, también en la
estatal – Es Huguet quien atempera el entusiasmo de su consejero delegado al
señalar el peligro que conlleva la destrucción de una zona pantanosa.
- ¿En tan poco valoras nuestra capacidad suasoria ante quiénes
tendrían que aprobarlo? – La pregunta ha ido acompañada de un guiño malicioso de
complicidad por parte del hombre de la caja.
- La planificación de una marina residencial en el litoral
valenciano podría ser un excelente reclamo – admite Huguet.
- Has mencionado que contaríamos con el apoyo de la caja –
recuerda Cardona.
- Por supuesto, tendrías toda la financiación que hiciera
falta. Es más, nos harías un favor. La oficina que tenemos allí es una de las
que tiene menos movimiento de la comarca y una forma rápida de ponerla en
órbita sería que se comenzase a construir.
- Imagino que la mayor parte del terreno será rústico, ¿no?
– puntualiza Huguet.
- Efectivamente, pero ya sabéis que eso tiene arreglo. Todo
es cuestión de tocar las teclas oportunas y en eso sois maestros. Y si os
toparais con obstáculos inesperados os echaríamos una mano. Nuestro hombre en
Senillar sabe bandearse muy bien con los poderes locales.
Mencionar a los
poderes locales hace que la conversación entre en otros derroteros.
- ¿Tendremos acceso directo a los que allí cortan el
bacalao? Lo digo porque ya nos ha pasado en otros sitios, que te tropiezas con
un paleto que va de digno y no hay manera de que se avenga a tus requerimientos
– apunta Bricart.
- No creo que haya ningún problema al respecto. Como dije,
nuestro hombre está magníficamente relacionado con todos los poderes locales,
los políticos y los fácticos, y os serviría de introductor de embajadores. Y
luego, ¿qué os voy a contar que no sepáis? Todo es cuestión de engrasar adecuadamente
las clavijas oportunas.
- Lo que has dicho de una marina residencial me parece una
excelente idea, mejor quizá que construir un campo de golf o un puerto
deportivo exterior que son recursos que están sobreexplotados, pero lo de
edificar en el marjal, aunque lo aprueben las autoridades locales, ¿no podría
embarrancar en Valencia? – insiste Huguet que no hace más que verbalizar la
duda que siempre atenaza a los constructores de que los políticos pongan la proa
a sus proyectos urbanísticos si no cuentan con ellos.
- Llegado el caso, y siempre que previamente hayamos
conseguido un acuerdo razonable para todas las partes, de ese aspecto del
proyecto nos encargaríamos nosotros. Es de conocimiento público que tenemos en
nuestro consejo de administración personas muy directamente relacionadas con
los poderes autonómicos. No garantizo nada a priori, pero estoy absolutamente
convencido de que en el improbable supuesto de que surgiese alguna pega en el
ámbito de la comunidad podríamos resolverla satisfactoriamente. Vosotros sólo
tendrías que ocuparos de los mandamases locales y, en su día, del proceso de
adquisición, gestión del suelo, urbanización y construcción.
- ¿Nos permites un minuto, Gaspar? – pegunta cortésmente
Cardona.
- Por supuesto. Mientras cambiáis impresiones voy a pagar la
cuenta.
Los tres socios
deliberan rápidamente.
- ¿Qué pensáis? – inquiere Bricart.
- En principio, creo que no perdemos nada en echar un
vistazo al pueblo – opina Huguet.
- Sólo con que se pudiese construir en la mitad del terreno
de que habla Moltó supondría una inversión descomunal. ¿Sabéis cuantos millones
de metros cuadrados suponen ocho quilómetros de costa? – se pregunta Cardona.
- Yo tengo otra pregunta, ¿no será esto un anzuelo para que
volvamos a operar con la caja? – plantea Bricart, tan desconfiado como
acostumbra.
- No lo descartaría – tercia Huguet, siempre parco en
palabras.
- Yo sí lo descarto – afirma Cardona con rotundidad.
- ¿Es pura intuición o tienes algo firme en qué apoyarte? –
inquiere Bricart.
- Si el objetivo de esta propuesta fuera únicamente que
volviéramos al redil de la caja no habría planteado su participación en el
negocio. Su bonus, esa es la clave.
viernes, 6 de septiembre de 2013
2.4. Una chica sin pelos en la lengua
A la dueña de la peluquería le basta echar
una mirada a la aspirante a aprendiza para catalogarla. Tiene ante sí a la
clásica chica de pueblo que quiere conseguir algo más en la vida que trabajar
de camarera en un chiringuito de playa o limpiar habitaciones en un hotel para guiris.
Tiene una cara pícara en la que destacan unos ojazos negros que parecen permanentemente
alerta. No está mal de tipo, claro que con diecisiete o dieciocho años que debe
contar siempre se tiene buena figura. Precisamente ese el problema, no el tipo
sino la edad, es demasiado mayor para aprendiza. De todas formas decide darle
una oportunidad, le hace falta personal de cara al verano.
- O sea que nunca
has trabajado en una peluquería. ¿Y qué has hecho hasta ahora, estudiabas?
- No. Sólo hice
hasta séptimo de EGB y luego me puse a trabajar de camarera en un bar de
Benialcaide.
- Es decir, que no
tienes el graduado escolar.
- No, únicamente el
certificado de escolaridad, pero no creo que para lavar y cortar haga falta
ningún título. ¿No te parece?
- No tienes pelos
en la lengua, niña. Eso tendrás que corregirlo si quieres hacer carrera.
El hombre está sentado en la moto. Cuando la
chica llega a su altura se limita a tenderle el casco.
- ¿Adónde vamos
hoy?
- ¿Adónde quieres
qué vayamos, a rezar el rosario?
- ¿Por qué te pones
tan borde por una simple pregunta?
- Porque me joden
las tías que hacen preguntas cuya respuesta ya conocen.
- Eso quiere decir
que vamos donde siempre.
- Estás más buena
que el pan, Lorena, pero hay días que estás como atocinada, ¿tú conoces otro
sitio mejor para echar un polvo sin que te molesten?
La mirada de la joven se ha vuelto vidriosa,
pero callada y sumisamente se limita a ponerse el casco. La moto arranca
dejando tras sí una pequeña polvareda.
A
pesar de su reticencia inicial y ante la falta de personal, la propietaria de
la peluquería decide coger a la joven.
- ¿Nombre?
- Lorena Vercher.
- ¿Edad?
- Diecisiete.
- ¿Dónde vives?
- En Senillar, soy
de allí.
- Los otros datos
te los preguntaré mañana. Ahora atiéndeme. De momento te voy a coger a prueba y,
según cómo te portes, ya veré qué hago contigo. Vas a entrar de aprendiza, todo
lo que las oficialas te manden lo harás prontito y sin rechistar. Has de venir
lo más arreglada posible, repeinada y maquillada. Y lo más importante, debes
bailarle el agua a las clientas y ponerles siempre buena cara aunque te suelten
alguna impertinencia; ah, y las tratarás de usted y de señora fulana y señora
mengana. Como me espantes a una sola clienta con esa lengua de aguarrás que
tienes te pondré de patitas en la calle en ese mismo momento, eso que te quede
bien claro. Ahora entra en la trastienda, encontrarás una bata azul, te la
pones y barres el suelo hasta que quede más limpio que una patena. Vamos, ¿a
qué esperas?
La mujer tuerce el gesto al ver el
desordenado estado de la habitación de su hija. Está todo revuelto, la cama sin
hacer, un montón de ropa sucia apilada en un rincón y los cajones del armario
ropero abiertos y en desorden. Se queda parada y duda si ordenarlo o dar media
vuelta y dejarlo tal y como está. Así, en la duda, la encuentra la joven.
- Madre, ¿se puede
saber qué haces en mi cuarto?
- Estaba la puerta
abierta y he entrado a echar un vistazo – se disculpa la madre.
- Esta es mi
habitación y esté la puerta abierta o cerrada da lo mismo, no tienes por qué
entrar a fisgar.
- No estaba
fisgando. Está todo manga por hombro, Lorena – se lamenta la madre -. ¿No te
molesta vivir en medio de este desorden, que más parece un campamento de
gitanos que otra cosa?
- Es mi cuarto y
las cosas están como quiero que estén. Y no te metas en mi vida que yo tampoco
me meto en la tuya.
- Esa no es manera
de hablarle a tu madre.
- Hablo como me da
la gana y como me habéis enseñado, no sé de qué te quejas.
Las jovencitas están sentadas en uno de los
bancos del paseo comiendo pipas cuyas cáscaras van formando un discontinuo
tapiz en el suelo.
- ¿Y qué tal es el
curro, Loren?
- Pse, no es lo que
creía. De momento me estoy hinchando a barrer, limpiar y hacer recados. Todavía
no he tocado una sola cabeza.
- Es que tendrías
que haber ido al establecimiento de la esteticién que te dije, con ella
aprenderías a maquillar, a depilar, a limpiar cutis y a un montón de cosas de
lo más guay.
- Oye, ¿y pillas
buenas propinas? – se interesa otra.
- Las propinas van
a un bote común y las reparte la bruja de la dueña. Casi todo es para las
oficialas, a mí me llega una miseria. No sé si voy a aguantar mucho en esa
mierda de curro.
- Dejaros de
chorradas del trabajo y mirar quien viene por ahí, el cachas del Pancho, cada
día está más bueno. ¿Os imagináis qué clase de chirimbolo debe gastar?
- A mí me no
importaría que me hiciera una demostración.
- Mariasun, eres
una salida, siempre piensas en lo mismo.
- Lorena, no sé por
qué te metes conmigo, como tú estás bien servida nos llamas salidas a las
demás. No todas tenemos a un Maxi siempre dispuesto a darte un revolcón.
- Mira quien fue a
hablar, como si tú no te apañaras con Facundo – mete su cuarto a espadas otra
de las amigas.
- Con Facundo y con
quien se tercie – remacha Lorena.
martes, 3 de septiembre de 2013
2.3. ¿El Papa es católico?
Como temía Agustín
Badenes, el subdirector que coordina las
sucursales de Cajaeuropa no ha dado señales de vida, por lo que le resulta más
gratificante el hecho de que, una vez concluida la olimpiada de Barcelona,
reciba una llamada de Gaspar Moltó, irá a Senillar para inspeccionar la
situación del litoral.
La primera impresión
que recibe el jefe del servicio de estudios de la caja es idéntica a la imagen
que guardaba en su memoria: es una playa más bien pequeña delimitada por unos
cordones dunares de cantos rodados y con una modesta hilera de edificaciones.
La percepción es la misma que antaño, pero ahora la ve con ojos distintos pues
su experiencia en el negocio
inmobiliario y, por ende, en la conversión de terrenos rústicos en urbanos ha
crecido exponencialmente. Allí hay un
importante negocio en perspectiva. Sólo falta que alguien le dé el primer
empujón y ese alguien va a ser él. Hace tiempo que ha decidido pasar al área
ejecutiva, que es donde se ventilan las grandes operaciones y donde se puede
ganar dinero de verdad, y éste puede ser el asunto que le sirva de trampolín.
Habla con su consejero delegado, le cuenta la probabilidad cierta de que en la
costa senillarense existe un potencial negocio de muchos quilates, le persuade
y consigue que pongan en sus manos la dirección del posible proyecto. De
momento ya tiene algo ganado: lo han trasladado a la línea ejecutiva y lo han
nombrado director general adjunto para las operaciones del litoral
mediterráneo.
Moltó comienza
contactando con la empresa Zallera, con la que la caja ha hecho negocios en los
últimos años con excelentes resultados, pero la constructora está metida de
lleno en la urbanización del sector norte de Altea y hasta que no termine esa
obra sus directivos no quieren acometer nuevos proyectos. Por unas u otras
causas, sigue recibiendo negativas de la media docena de empresas con las que
contacta. A ninguna de ellas ha llegado a darles información concreta, ni
siquiera les ha mencionado Senillar. Tras los fallidos intentos decide hablar
con la gente de BACHSA, es una de las
empresas promotoras y constructoras más agresiva de la zona, y con la que la
caja ha hecho pingües negocios, pero que últimamente está operando más con
Bancaja que con ellos. Por ese motivo no ha sido su primera opción. Piensa que
si sabe venderles el producto puede ser el anzuelo que los haga volver al
redil.
Moltó concierta una
reunión con el directorio de BACHSA. A
la invitación del banquero asisten los pesos pesados del consejo de
administración de la compañía: Oriol Bricart, Juan Antonio Cardona y Rodrigo
Huguet. Sólo falta Íñigo Arechabaleta
que es a quien primero citan sus socios:
- Íñigo te ruega que lo excuses. Acaba de fallecer su suegro
y ha tenido que desplazarse a Bilbao.
Tras un almuerzo
espléndido, una vez encendidos los Cohibas y paladeado el licor que cada uno ha
escogido, el banquero entra en faena.
- Bueno, contadme, ¿cómo va la última promoción de
Benialcaide?
- Viento en popa, tenemos más de un sesenta por ciento
vendido y según las estimaciones del jefe de ventas a mediados del próximo año
se habrá liquidado toda la promoción – Quien contesta es Bricart.
- ¿Y cuál es el siguiente proyecto que pensáis acometer?
- Todavía no lo hemos decidido porque tenemos un problema.
Ya no queda suelo que esté razonablemente cerca del mar o, en el peor de los
casos, que sean terrenos sin grandes pendientes. Construir en la falda de esos
cerros encarece la obra notablemente y eso se nota en el margen bruto de
explotación, como en la caja sabéis muy bien. Estamos buscando nuevo suelo
porque la comarca está al límite de sus posibilidades. Y encima los precios de
los solares se han puesto por las nubes – se lamenta Huguet.
- Precisamente, de eso quería hablaros, de posible suelo
urbanizable.
Es oír suelo
urbanizable y casi se puede ver como las antenas mentales de los empresarios se
despliegan en toda su extensión. El cambio de actitud muestra claramente que el
tema les interesa sobremanera.
- Tengo una información
– prosigue el banquero - que considero extremadamente interesante y quiero que
seáis los primeros en conocerla. Confío asimismo que sabréis valorarla como
prueba incontestable de la consideración que nos merecéis… - hace una pausa
para poner en valor lo que va a decir a continuación -. Se podría planificar
una promoción urbanística que dejaría en mantillas a todo cuanto se ha
edificado en la comarca, que digo en la comarca, en la región en los últimos
diez años. Porque no se trata de unos terrenos sin más, sería la urbanización
global de unos ocho kilómetros de costa que a fecha de hoy están disponibles.
- Nos estás poniendo los dientes largos. Danos más detalles
– pide Cardona.
- Antes de entrar en pormenores quiero dejar sentada una
premisa. El proyecto, que como os digo puede ser una mina de oro, se llevará
adelante con la financiación de Cajaeuropa o no habrá proyecto. Lo digo porque
últimamente nos habéis puesto los cuernos con la competencia. De hecho, mi
consejero delegado no era nada partidario de esta cita, he tenido que forzarle
para conseguir su plácet – alardea el banquero.
- Hombre, Gaspar, ni lo pongas en duda. Siempre hemos hecho
excelentes negocios y no veo por qué ahora no va a ser así – apunta Huguet.
- No lo pongo en duda, pero es mejor dejarlo todo claro
desde el principio – precisa Moltó.
- Por supuesto, Gaspar, por supuesto – asegura Bricart.
- Y dejarlo todo claro supone que, antes de entrar en detalles,
hemos de hablar del bonus – puntualiza el banquero.
Es hablar de bonus
y un inesperado silencio se adueña de la reunión. Los directivos de BACHSA se
miran entre sí como si no tuvieran claro quien contesta a Moltó. Al final, es
Bricart quien pregunta:
- ¿Al hablar de bonus te refieres a la caja o a ti?
- Oriol, eso es como preguntar si el Papa es católico –
responde con sorna Moltó.
- Gaspar – Ahora el interviniente es Cardona -, no creo que
vaya a haber ningún problema en primar adecuadamente tu actuación siempre que
se cumplan los objetivos que se planifiquen.
- Secundo lo que acaba de afirmar Juan Antonio – asegura
Huguet -, pero estamos hablando en el vacío. Todavía no nos has facilitado
ningún dato sobre ese presunto filón.
- Si tengo vuestra palabra sobre mi participación… - El
banquero interrumpe su exposición para mirar a los empresarios quienes
asienten, luego prosigue -, me basta. Os cuento, se trata de Senillar, allí hay,
usando la misma expresión de Rodrigo, un filón sin explotar en forma de mucho
terreno virgen pegadito al mar.
- ¿Has dicho Senillar? – pregunta sorprendido Bricart.
domingo, 1 de septiembre de 2013
VOLVIÓ SEPTIEMBRE
Se
fue agosto, volvió septiembre, y el blog retorna a su ritmo habitual, dos
entregas semanales: martes y viernes.
Acabamos
el Libro I de la novela, Los despojos, y comenzamos el II, El origen. En él
narraremos como eran y qué vida llevaban los personajes de la novela antes de la
eclosión del boom del ladrillo.
Novelaremos
las maniobras, los intereses y las intrigas que llevaron a urbanizar una costa
que, hasta ese momento, era virgen.
Relataremos, asimismo, como la codicia hace venales a los políticos y más ricos de lo que ya eran a los corruptores.
Relataremos, asimismo, como la codicia hace venales a los políticos y más ricos de lo que ya eran a los corruptores.
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